Fomentar la autonomía en los niños y niñas más pequeños es uno de los pilares fundamentales para su desarrollo integral. Desde el primer momento en que un niño o niña comienza a explorar su entorno, es importante ofrecerle herramientas y oportunidades para que pueda aprender a tomar decisiones, resolver problemas y hacerse responsable de sus propias acciones. Como educadores y padres, nuestro papel es guiar este proceso con paciencia y amor, ayudandoles a sentirse seguros en su capacidad para hacer las cosas por sí mismos.
En CEI El Jarama cada día se presentan oportunidades para que niños y niñas tomen decisiones, resuelvan problemas y se enfrenten a nuevos retos en un entorno natural, seguro y estimulante. El contacto con los animales, la vida en la naturaleza y las tareas propias del día a día en la granja les ayudan a desarrollar confianza en sí mismos/as, responsabilidad y un fuerte sentido de pertenencia.
1. La autonomía aula través de la experiencia. Aprender haciendo
El primer paso para fomentar la autonomía es crear un ambiente que estimule la independencia. Esto implica tanto el hogar como fuera de él. En la casa, los padres pueden facilitar la autonomía de sus hijos e hijas ofreciéndoles pequeñas responsabilidades que estén a su alcance, como poner su ropa en el cesto de la ropa sucia, ayudar a poner la mesa o guardar sus juguetes. El aprendizaje en la granja se basa en la acción. Desde alimentar a los animales hasta cuidar el huerto, cada tarea práctica les permite comprender la importancia de su propio esfuerzo y sus decisiones. Recolectar huevos, ordeñar, preparar la comida de los caballos o sembrar semillas son actividades que fomentan la independencia y el sentido de logro.
Es esencial que estos entornos sean seguros, organizados y accesibles. Si un niño o niña sabe dónde encontrar sus cosas y cómo usarlas correctamente, desarrollará un sentido de control sobre su entorno, lo que reforzará su autoestima y autonomía.
2. Fomentar la toma de decisiones
Un aspecto clave para fomentar la autonomía es permitir que los niños y niñas tomen decisiones, incluso en las actividades cotidianas. Desde una edad temprana, los niños/as pueden comenzar a elegir entre diferentes opciones, como qué ropa ponerse, qué libro leer o qué actividad realizar. Aunque estas decisiones puedan parecer pequeñas, son una forma poderosa de empoderar a los niños y niñas y darles la confianza de que tienen voz y voto en las decisiones que afectan su vida diaria.
Es importante, sin embargo, ofrecer opciones limitadas para no abrumarles. Si un niño o niña tiene demasiadas opciones, puede sentirse perdido o ansioso. En cambio, ofrecerle dos o tres alternativas para elegir les permite sentir control y al mismo tiempo, aprender a evaluar las consecuencias de sus decisiones.
A través de experiencias diarias en la granja, los niños y niñas pueden elegir cómo participar: ¿Prefieren encargarse de dar de comer a los patos o limpiar el establo de los caballos? ¿Qué herramientas utilizarán para plantar en el huerto? Darles la posibilidad de decidir y asumir responsabilidades dentro de un entorno guiado les ayuda a fortalecer su autonomía de manera natural.
3. Enseñar habilidades prácticas para la vida diaria
Desde los primeros años de vida, los más pequeños tienen la capacidad de aprender tareas sencillas que les permitan desarrollarse como seres autónomos. Enseñarles a vestirse, lavarse las manos, preparar un bocadillo o recoger sus juguetes son habilidades fundamentales que no solo les enseñan a cuidar de sí mismos, sino que también les ayudan a adquirir una sensación de logro.
Es importante recordar que el proceso de enseñar estas habilidades puede llevar tiempo. Los niños/as cometerán errores y necesitarán de nuestra paciencia y guía. Sin embargo, cada pequeño paso que den hacia la independencia debe celebrarse, ya que fortalecerá la confianza en sí mismos.
En la granja, cada actividad es una lección de vida. Desde aprender a usar correctamente una herramienta hasta preparar pan artesanal o cuidar a los animales, cada experiencia refuerza su capacidad de afrontar nuevos desafíos. La combinación de aprendizaje práctico y juego les permite desarrollar habilidades esenciales para su desarrollo.
4. Fomentar la resolución de problemas
Una forma de ayudar a los niños y niñas a ganar autonomía es a través del fomento de la resolución de problemas. Cuando se enfrentan a un desafío, ya sea resolver un puzzle, encontrar una solución a un desacuerdo con un compañero/a o manejar una frustración, los niños/as pueden aprender a pensar por sí mismos y encontrar soluciones creativas.
Los educadores y padres pueden guiar este proceso preguntando: “¿Qué crees que podrías hacer en esta situación?” o “¿Cómo crees que podríamos resolver este problema juntos?”. En lugar de darles la respuesta directamente, ofrecerles preguntas abiertas les anima a pensar y a encontrar sus propias soluciones, lo que refuerza su capacidad para actuar de manera autónoma.
Los imprevistos forman parte del día a día en la granja: un cabrito que se escapa, una planta que necesita más agua o una rueda de carretilla que hay que arreglar. En lugar de dar respuestas inmediatas, animamos a los niños/as a pensar soluciones: “¿Cómo podríamos llevar esta paja hasta el establo de una forma más fácil?” o “¿Qué harías para que esta semilla crezca mejor?”. Este tipo de preguntas despiertan su creatividad y su capacidad de análisis.
5. La importancia del error como aprendizaje
Un aspecto fundamental de la autonomía es entender que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje. Los niños y niñas, al igual que los adultos, no siempre lograrán lo que se proponen a la primera, y eso está bien. La clave es darles el espacio para probar, fallar y volver a intentarlo sin miedo a ser castigados o criticados.
Fomentar una mentalidad positiva ante el error implica cambiar la perspectiva. En lugar de ver un fracaso como algo negativo, los educadores y padres pueden enseñar a los niños/as a verlo como una oportunidad para aprender y mejorar. Decir frases como “Está bien, todos cometemos errores, ¿qué podemos aprender de esto?” ayuda a los niños y niñas a entender que el proceso es tan importante como el resultado.
6. Proporcionar tiempo y espacio para la independencia
El ritmo de vida actual a menudo nos lleva a querer hacer las cosas rápidamente, pero debemos recordar que, para fomentar autonomía en los niños/as, necesitan tiempo y espacio para hacerlo por sí mismos. Esto significa evitar intervenir en exceso y darles tiempo para que se enfrenten a tareas que les resulten desafiantes.
Por ejemplo, si un niño o niña está intentando abrocharse la chaqueta, es tentador hacerlo por él para ahorrar tiempo. Sin embargo, es mucho más valioso permitirle intentarlo, incluso si le lleva más tiempo. A medida que repite estas acciones, ganará confianza en sus propias capacidades. La autonomía no se desarrolla con prisa. Cada niño y niña aprende a su ritmo en la granja, con tiempo para explorar, intentar y mejorar.
En resumen, fomentar la autonomía en los niños y niñas más pequeños no solo les ayuda a desarrollar habilidades prácticas y cognitivas, sino que también refuerza su autoestima y les prepara para enfrentarse a los desafíos de la vida con confianza. En un entorno como el de CEI El Jarama, a través del contacto con la naturaleza y la participación en la vida de la granja, la infancia aprende a confiar en sí misma, a tomar decisiones y a asumir responsabilidades. Como educadores/as y familias, nuestro papel es acompañar este proceso con paciencia, brindando oportunidades para que cada niño y cada niña descubra su capacidad de actuar con autonomía en el mundo. Al hacerlo, estaremos ayudando a formar niños y niñas capaces, responsables y felices.