Cuando pensamos en actividades al aire libre para nuestros hijos e hijas, solemos imaginar días soleados, temperaturas agradables y un cielo despejado. Sin embargo, en España buena parte del año viene acompañada de lluvias, y eso hace que muchas familias y educadores duden a la hora de apuntar a los más pequeños a campamentos o actividades extraescolares en la naturaleza. La lluvia parece un obstáculo, cuando en realidad puede ser una gran aliada para el desarrollo infantil.

En CEI El Jarama llevamos más de tres décadas recibiendo grupos escolares y familias en plena naturaleza, y sabemos que los días de lluvia ofrecen experiencias únicas, irrepetibles y muy valiosas para el aprendizaje y el crecimiento personal de niños y niñas.

La naturaleza no se detiene con la lluvia

Para los adultos, la lluvia suele significar incomodidad, tráfico complicado o planes cancelados. Pero para los niños y niñas, un entorno natural bajo la lluvia se transforma en un escenario lleno de descubrimientos.

Las gotas que resbalan por las hojas, los sonidos que cambian en el bosque, la tierra húmeda que huele distinto… todo se convierte en estímulo sensorial. Observar cómo el agua alimenta los ríos, cómo la tierra absorbe la lluvia o cómo algunos animales se refugian es una auténtica lección de ciencia en directo, mucho más viva que cualquier explicación en un aula.

Además, comprender que la lluvia forma parte de los ciclos naturales ayuda a los pequeños a tomar conciencia de la importancia del agua, un recurso vital que debemos cuidar.

Juegos que solo existen en días de lluvia

Si has visto a un niño saltar en un charco, sabes de lo que hablamos. La lluvia invita al juego espontáneo y creativo: desde carreras con barquitos de papel en los regueros hasta competiciones de salto en el barro. Estos momentos, aunque sencillos, aportan mucho más que diversión: fomentan la imaginación, la cooperación y la tolerancia a la frustración cuando algo no sale como esperaban.

En un campamento o en una actividad extraescolar, los monitores aprovechan esos juegos para trabajar competencias clave: la coordinación, el respeto a los turnos, la creatividad y, sobre todo, la resiliencia. Aprender a disfrutar aunque el tiempo no acompañe es una habilidad que los niños y niñas llevarán consigo durante toda la vida.

La lluvia y su importancia para el crecimiento de los niños y niñas

Beneficios emocionales: aprender a adaptarse

La lluvia nos enseña a aceptar lo que no podemos controlar. Para los pequeños, enfrentarse a un día de juegos con lluvia es una oportunidad para practicar la flexibilidad y la capacidad de adaptación. En lugar de frustrarse porque el tiempo no es “perfecto”, aprenden a valorar lo que sí se puede hacer y a encontrar belleza en lo inesperado.

Esto tiene un impacto directo en su desarrollo emocional: se vuelven más pacientes, tolerantes y abiertos a los cambios. Y, como cualquier madre o padre sabe, estas habilidades son tan necesarias en la vida como las matemáticas o la lectura.

Salud y movimiento: el agua como aliada

Aunque pueda sorprender, jugar bajo la lluvia no solo no es perjudicial, sino que puede aportar beneficios a la salud infantil. Con ropa adecuada —chubasquero, botas de agua, ropa de recambio—, la lluvia no supone ningún riesgo especial.

Al contrario, salir al aire libre en lugar de quedarse en espacios cerrados reduce la exposición a virus en ambientes cargados y fomenta la actividad física, tan importante para combatir el sedentarismo. Los niños y niñas corren, saltan, trepan y se mueven de forma natural, fortaleciendo su sistema inmunitario y su motricidad.

Una herramienta educativa para padres y educadores

Cuando un grupo vive una jornada de lluvia en la naturaleza, los educadores y monitores tienen en sus manos una herramienta educativa muy potente. La lluvia ayuda a hablar de ecología, de respeto al medio ambiente y de cuidado del agua. Pero también de emociones: ¿qué sienten cuando se mojan?, ¿qué piensan al ver cómo cambia todo con la lluvia?, ¿cómo buscan soluciones para seguir jugando?

Estas conversaciones, combinadas con la experiencia práctica, refuerzan valores como el trabajo en equipo, la empatía y el respeto por la naturaleza.

CEI El Jarama: vivir la naturaleza en todas sus formas

En CEI El Jarama estamos convencidos de que la lluvia no es un freno, sino una oportunidad. Diseñamos nuestras actividades para que los niños y niñas disfruten en cualquier circunstancia: ya sea en un día soleado de verano o en una jornada otoñal pasada por agua.

Nuestros monitores están preparados para transformar la lluvia en una aliada, convirtiendo los charcos en juegos, los truenos en aprendizajes y los momentos de refugio en espacios para compartir historias y crear lazos entre compañeros.

Como padres, madres y educadores, podemos enseñar a los niños y niñas que la vida no siempre espera a que salga el sol, y que incluso en los días más grises se pueden vivir experiencias inolvidables.

La lluvia es un regalo: nutre la tierra, mantiene la vida y nos recuerda que la naturaleza sigue su curso. Permitir que los pequeños la experimenten de primera mano es ofrecerles una educación más rica, más completa y, sobre todo, más real.

En CEI El Jarama les invitamos a descubrir la magia de la lluvia en la naturaleza. Porque cada gota puede ser una oportunidad de aprendizaje.

El verano se despide y, con él, llega uno de los momentos más importantes del año para miles de niños y niñas: la vuelta al cole. Mochilas nuevas, libros por estrenar y, sobre todo, la ilusión de reencontrarse con amigos y maestras marcan este inicio de curso. Sin embargo, más allá de los materiales escolares, septiembre es también una oportunidad para reflexionar sobre qué aprendizajes queremos que acompañen a nuestros hijos e hijas durante todo el año.

vuelta al cole

En CEI El Jarama creemos que la vuelta al colegio no solo se mide en contenidos académicos, sino también en valores, experiencias y habilidades que preparan a los niños para la vida. Y ahí, la naturaleza, las relaciones sociales y el desarrollo de las llamadas soft skills juegan un papel fundamental.

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Naturaleza frente a pantallas


Tras un verano en el que es habitual que los dispositivos electrónicos hayan estado muy presentes —móviles, tablets, videojuegos—, el inicio del curso escolar es un buen momento para retomar hábitos más saludables. Diversos estudios muestran que el exceso de tiempo frente a pantallas puede afectar a la concentración, el sueño y la capacidad de relacionarse de los más pequeños.

En cambio, el contacto con la naturaleza aporta justo lo contrario: calma, curiosidad, bienestar y aprendizajes que no se encuentran en los libros. Explorar un bosque, cuidar de un huerto o simplemente observar cómo cambia la luz al atardecer son experiencias que despiertan la sensibilidad y fomentan la creatividad.

En CEI El Jarama lo vemos cada día: los niños y niñas que conviven con la naturaleza regresan a clase con mayor capacidad de atención, más motivados y con una mirada más abierta al mundo.

La vuelta a las relaciones de verdad


El colegio es, además de un espacio de aprendizaje, un lugar de convivencia. Reencontrarse con los compañeros tras las vacaciones es un momento muy esperado y una ocasión ideal para fortalecer las amistades.

Frente a las interacciones digitales, a menudo rápidas y superficiales, las relaciones cara a cara permiten cultivar habilidades como la empatía, la escucha activa y el respeto mutuo. En el patio, durante los juegos o al trabajar en equipo, los niños aprenden a compartir, a resolver conflictos y a valorar las diferencias.

En CEI El Jarama defendemos que esas experiencias son tan valiosas como las matemáticas o la lengua. Porque no solo preparan para aprobar exámenes, sino para desenvolverse con éxito en la vida adulta.

El valor de las soft skills


El inicio del curso es también un momento perfecto para hablar de las soft skills o habilidades blandas: trabajo en equipo, comunicación, liderazgo, gestión de emociones… Competencias cada vez más valoradas en el mundo profesional y que, sin embargo, comienzan a construirse en la infancia.

Un niño que aprende a esperar su turno, a expresar cómo se siente o a tomar decisiones en grupo está desarrollando competencias que le acompañarán toda la vida. Y esas habilidades, que no aparecen en los libros de texto, florecen con más facilidad en entornos donde se fomenta la autonomía y se confía en la capacidad de cada uno.

Las actividades en la naturaleza, los campamentos y las dinámicas de convivencia que proponemos en CEI El Jarama son precisamente un terreno fértil para el desarrollo de estas competencias.

Una vuelta al cole con equilibrio

La vuelta al cole no tiene por qué ser sinónimo de prisas, deberes y pantallas. Puede convertirse en un momento para reconectar con lo esencial: la amistad, la curiosidad por aprender, la capacidad de sorprenderse con lo que nos rodea.

En CEI El Jarama creemos que este equilibrio entre aprendizaje académico, vida social y contacto con la naturaleza es la clave para un curso escolar realmente enriquecedor. Porque lo que los niños aprenden en estos meses no se mide solo en notas, sino en vivencias que marcarán su forma de ver el mundo.

Una invitación a las familias

Desde aquí animamos a las familias a acompañar esta vuelta al cole con pequeños gestos que refuercen este equilibrio:

  • Reservar tiempo en la rutina semanal para actividades al aire libre.
  • Fomentar conversaciones cara a cara en lugar de pantallas compartidas.
  • Valorar el esfuerzo y la colaboración tanto como los resultados académicos.
  • Apostar por espacios educativos que cuiden la conexión con la naturaleza y las relaciones humanas.

La vuelta al cole es, en realidad, una vuelta a la vida cotidiana. Pero puede ser también una oportunidad para sembrar valores que acompañarán a los niños mucho más allá de las aulas.

Cada vez más niñas y niños crecen en entornos urbanos. Viven rodeados de edificios, pantallas, tráfico y horarios muy marcados, pero con poco contacto directo con la naturaleza y los animales. Aunque las ciudades ofrecen múltiples oportunidades culturales y educativas, también es cierto que limitan una parte esencial del desarrollo infantil: la conexión con el medio natural.

Por eso, las experiencias de campo se han convertido en algo más que una actividad de ocio: son una necesidad para el bienestar físico, emocional y social de los más pequeños. Desde el CEI El Jarama, trabajamos precisamente para que la infancia tenga la oportunidad de descubrir el entorno natural, relacionarse con los animales y experimentar con todos los sentidos lo que significa estar al aire libre.

Un respiro para cuerpo y mente


Salir de la ciudad y adentrarse en un espacio de campo ofrece a los niños y niñas un descanso necesario del ritmo acelerado de la vida urbana. En la naturaleza, el tiempo parece ir más despacio. El aire es más limpio, hay más espacio para moverse libremente y menos estímulos artificiales que saturen sus sentidos.

Numerosos estudios han demostrado que jugar al aire libre ayuda a reducir el estrés, mejora la concentración y fomenta el bienestar emocional. Para un niño acostumbrado al asfalto, correr entre árboles, observar insectos o cuidar a un animal es una experiencia que despierta calma y alegría a partes iguales.

Aprendizaje a través de la experiencia


La naturaleza se convierte en un aula abierta donde todo se puede tocar, observar y experimentar. Mientras que en la ciudad el aprendizaje suele estar mediado por pantallas o libros, en el campo las niñas y niños pueden descubrir directamente cómo es la vida de una gallina, de dónde viene la leche, cómo crecen las hortalizas o por qué los árboles cambian de aspecto en cada estación.

Este tipo de experiencias fomentan la curiosidad y el pensamiento crítico. Al preguntarse “¿por qué pasa esto?”, el aprendizaje se vuelve significativo, porque nace de la propia vivencia y no de una explicación abstracta.

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Conexión con los animales: empatía y responsabilidad


El contacto con animales es uno de los aspectos más enriquecedores de las experiencias de campo. Cuidar de ellos, darles de comer o simplemente observar su comportamiento enseña a los niños y niñas valores como la responsabilidad, el respeto y la empatía.

A diferencia de los animales que aparecen en dibujos animados o vídeos de internet, los animales de granja son reales, con sus ritmos y necesidades. Entender que una cabra necesita cuidados, que un conejo se asusta con los ruidos fuertes o que un caballo requiere paciencia y delicadeza ayuda a desarrollar sensibilidad y a valorar la vida en todas sus formas.

Beneficios sociales: aprender a convivir


Las experiencias de campo también fomentan la cooperación y el trabajo en equipo. Muchas de las actividades que realizamos en CEI El Jarama, como el cuidado de un huerto o las tareas en la granja, requieren la colaboración entre niñas y niños. Esto no solo refuerza habilidades sociales, sino que también les enseña la importancia de compartir responsabilidades y apoyarse unos a otros.

Además, alejarse de la rutina urbana y de los dispositivos electrónicos favorece un tipo de juego más libre y creativo. Jugar con palos, construir refugios, inventar historias en medio del bosque… actividades sencillas que despiertan la imaginación y fortalecen los lazos con sus compañeros.

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Una educación para la sostenibilidad


Otro de los grandes valores de las experiencias de campo es que siembra en la infancia una conciencia medioambiental. No se trata de aprender conceptos abstractos sobre ecología, sino de vivir la naturaleza en primera persona. Cuando un niño planta una semilla y la ve crecer, comprende de manera práctica la importancia de cuidar la tierra.

Esa conexión temprana con el entorno natural es la base para que, en el futuro, sean adultos más comprometidos con la sostenibilidad y con el cuidado del planeta.

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Un recuerdo para toda la vida


Las niñas y niños que viven experiencias en la naturaleza no solo adquieren aprendizajes y valores: también generan recuerdos que se guardan para siempre. Montar por primera vez a caballo, recoger un huevo recién puesto, escuchar el sonido de la noche en el campo… son vivencias que permanecen en la memoria como tesoros personales.

En un mundo cada vez más digital, esas experiencias auténticas se convierten en un legado que les acompañará en su crecimiento y les recordará siempre que forman parte de algo más grande: la naturaleza.

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Volver al origen


Para niñas y niños de ciudad, las experiencias de campo no son un lujo, sino una oportunidad esencial para crecer en equilibrio, conectar con la naturaleza y aprender valores humanos fundamentales. En CEI El Jarama creemos firmemente que estos momentos de contacto con el campo y los animales marcan la diferencia en su desarrollo, ayudándoles a crecer más sanos, más felices y más conscientes del mundo que les rodea.

Porque al final, permitir que la infancia viva la naturaleza es darles la oportunidad de volver a lo esencial: descubrir, cuidar y disfrutar del entorno en el que todos, en última instancia, tenemos nuestras raíces.


En un mundo cada vez más digitalizado, donde el contacto con la naturaleza es cada vez más escaso, los huertos ecológicos se han convertido en una herramienta educativa de enorme valor. En el CEI El Jarama, el huerto forma parte esencial de los campamentos de verano, donde los niños y niñas no solo disfrutan del aire libre, sino que aprenden, cuidan, observan y se asombran del proceso de la vida vegetal. Porque cultivar no es solo una actividad divertida: es una forma de educar.

Más que plantar: una experiencia educativa integral

El trabajo en el huerto ecológico no se limita a sembrar y recoger. Es una experiencia que conecta a los niños y niñas con los ritmos de la naturaleza, les enseña a observar, a ser pacientes, a entender los procesos y, sobre todo, a cuidar. Cada semilla que plantan en el huerto ecológico es también una semilla que plantamos en su desarrollo personal: la del respeto, la de la responsabilidad, la de la cooperación y la curiosidad.

Durante su estancia en los campamentos de verano del CEI El Jarama, los participantes se implican directamente en el cuidado del huerto ecológico. Preparan la tierra, riegan, eliminan malas hierbas, observan los insectos beneficiosos, recogen verduras… y se llevan a casa algo más que conocimientos: se llevan experiencias.

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Valores que crecen como las plantas

El contacto diario con el huerto ecológico permite trabajar, de forma práctica y vivencial, valores fundamentales para el desarrollo infantil:

  • La paciencia, al entender que los procesos naturales requieren tiempo.
  • La responsabilidad, al asumir tareas cotidianas de cuidado.
  • El respeto por la vida, al convivir con plantas, insectos y otros seres vivos.
  • La sostenibilidad, al aprender la importancia de producir alimentos sin dañar el entorno.
  • El trabajo en equipo, ya que muchas de las tareas del huerto requieren colaboración.

Además, al tratarse de un huerto ecológico, los niños y niñas aprenden a distinguir prácticas respetuosas con el medio ambiente: entienden por qué no se utilizan pesticidas químicos, qué significa que un abono sea natural o cómo se reutiliza el agua de forma eficiente.

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Educación sensorial, emocional y cognitiva

El huerto ecológico es un aula viva. Los sentidos se despiertan: el tacto de la tierra húmeda, el olor de las plantas aromáticas, los colores vibrantes de las flores y los frutos. Esta estimulación sensorial favorece el desarrollo emocional y cognitivo de los más pequeños, y crea un espacio seguro donde pueden expresarse, preguntar y experimentar.

Además, el cuidado del huerto ecológico favorece la concentración y la atención plena. En un entorno natural y sin pantallas, los niños y niñas encuentran un ritmo más lento y saludable que contrasta con las rutinas escolares o urbanas. Esta conexión con el presente mejora su bienestar emocional y reduce el estrés.

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Alimentación y salud: sembrar una relación positiva con la comida

Una de las grandes ventajas del trabajo en el huerto ecológico es que los niños y niñas entienden de dónde vienen los alimentos. Ver crecer una lechuga o una zanahoria con sus propias manos transforma su relación con la comida. Muchos niños y niñas que rechazan ciertos alimentos en casa los prueban con entusiasmo cuando los han cultivado ellos mismos.

Este vínculo directo con los productos del huerto ecológico promueve hábitos alimentarios más saludables, fomenta el consumo de frutas y verduras y ayuda a combatir la desconexión generalizada que muchos menores tienen con el origen de lo que comen.

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Una herramienta educativa con múltiples beneficios

Diversos estudios y experiencias pedagógicas han demostrado que los huertos escolares y educativos tienen efectos positivos en el desarrollo infantil. Mejoran la autoestima, fortalecen la relación con el entorno, desarrollan habilidades motrices y promueven una conciencia ecológica que perdura en el tiempo.

Por eso, en los campamentos de verano de CEI El Jarama, el huerto ecológico no es una actividad secundaria, sino parte fundamental del enfoque educativo. A través de la práctica, el juego y la experiencia directa, los niños y niñas descubren que cuidar un huerto ecológico es también cuidarse a sí mismos, a los demás y al planeta.

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Con las manos en la tierra, el aprendizaje florece

En cada riego, en cada brote que asoma, en cada fruto que madura, hay una lección. El huerto ecológico enseña sin necesidad de libros: enseña observando, haciendo, compartiendo. Y lo hace con una eficacia que pocos métodos educativos pueden igualar.

Por eso, cada verano en el CEI El Jarama, el huerto ecológico se convierte en un espacio privilegiado de aprendizaje. Porque cuando los niños y niñas meten las manos en la tierra, no solo cultivan plantas. También cultivan respeto, conciencia, salud… y futuro.

Vivimos en una época en la que los móviles, las tablets y las pantallas están siempre presentes. Para muchos niños y niñas, el ocio se ha convertido en algo que ocurre mirando una pantalla. Y para muchas familias, el verano plantea una duda muy real: ¿cómo se entretendrá mi hijo sin su consola, sus dibujos animados favoritos o su móvil?

En CEI El Jarama, lo vemos cada verano: los primeros días cuesta, pero muy pronto sucede algo mágico. Los niños y niñas empiezan a relacionarse de otra forma, se redescubren a sí mismos y a los demás, y comienzan a conectar con el entorno, con la naturaleza y con sus emociones sin necesidad de ningún dispositivo electrónico.

¿Quieres saber cómo se relacionan los niños en un entorno sin pantallas? Sigue leyendo.

Desconectar para conectar

Antes de llegar al campamento, a los niños y niñas se les advierte de que no van a poder usar el móvil durante su estancia. Cuando se suceden los días, y esto es una lección que deberíamos aprender todos, es que los niños y niñas no parecen echar de menos sus móviles. Es cierto que algunos adolescentes, sobre todo los internacionales, preguntan a veces por sus dispositivos, sobre todo el último día, pero nunca durante las dos semanas que dura el campamento. Los niños y niñas suelen desconectar sin dificultades de las pantallas y se enfocan en las relaciones interpersonales y con las maravillas que les brinda la naturaleza. 

Campamento sin pantallas

Relaciones más auténticas, espontáneas y profundas

Sin pantallas, los vínculos entre los niños se vuelven más reales. No hay filtros, no hay distracciones, no hay pausas para mirar el móvil. Esto tiene efectos inmediatos:

  • Se escuchan más entre ellos, prestan más atención a lo que les cuentan sus compañeros.
  • Las miradas, los gestos, las emociones no pasan desapercibidas.
  • Surgen bromas compartidas, conversaciones durante las comidas, confidencias en las noches de acampada…

El resultado es que los lazos que se crean en el campamento no son virtuales, son vividos de verdad. Y muchas veces se convierten en amistades que continúan más allá del verano.

Juego libre, conflictos y resolución entre iguales

Cuando no hay pantallas que medien, los niños y niñas aprenden a gestionar su tiempo y sus relaciones de forma más autónoma. Aparecen conflictos, por supuesto: quién juega primero, quién decide las normas, quién quiere algo diferente al grupo. Pero en esos pequeños roces cotidianos se esconde uno de los aprendizajes más valiosos del campamento: la convivencia real.

Los monitores están ahí para guiar, pero son los niños quienes aprenden a escuchar, ceder, proponer y negociar. Sin pantallas que distraigan o sirvan de escape, aprenden a enfrentarse a los desacuerdos desde el diálogo y la empatía.

Campamento sin pantallas

Creatividad y juego sin límites

En los campamentos de verano de CEI El Jarama contamos con una completa programación que incluye numerosas actividades guiadas. Solo en los momentos de tiempo libre de las comidas, los niños y niñas encuentran un tiempo de juego libre. El aburrimiento no tiene demasiadas oportunidades de presentarse. En CEI El Jarama organizamos cada día actividades variadas, desde el cuidado de animales y huerto hasta senderismo, gymkanas, talleres de arte y dinámicas de grupo. El contacto con otros niños y niñas, sumado a la ausencia de móviles, da rienda suelta a su imaginación.

Tiempo sin pantallas = desarrollo emocional

Numerosos estudios demuestran que el uso excesivo de pantallas puede afectar la regulación emocional, la capacidad de concentración o el desarrollo de habilidades sociales. En cambio, pasar tiempo sin pantallas, especialmente en la infancia, favorece:

  • La autorregulación emocional (saben mejor lo que sienten y cómo gestionarlo).
  • La empatía (identifican mejor las emociones en otros).
  • La autoestima (se sienten más capaces, más seguros en sus interacciones).

En el campamento, cada pequeño logro —montar una tienda, superar un miedo, hacer una nueva amistad— refuerza su confianza y su bienestar.

Campamento sin pantallas

CEI El Jarama: un verano de conexión real

En CEI El Jarama, llevamos años organizando campamentos sin pantallas en los que los niños y niñas no solo se lo pasan bien: aprenden a vivir con otros, a relacionarse consigo mismos y con el entorno de forma plena.

Sabemos que no siempre es fácil tomar la decisión de desconectar, pero te aseguramos que merece la pena. Los niños vuelven a casa más tranquilos, más seguros, con más recursos personales y, sobre todo, con recuerdos inolvidables que no necesitan batería para revivirse.

Este agosto, elige un verano diferente

Si estás buscando un campamento en Madrid para el mes de agosto donde tus hijos puedan vivir experiencias reales, sin pantallas, rodeados de naturaleza y con atención profesional, CEI El Jarama es tu lugar.

¿Tienes dudas? Escríbenos, llámanos o ven a conocernos. Estaremos encantados de ayudarte a que este verano sea especial.

En los campamentos de verano del CEI El Jarama, el inglés deja de ser una asignatura para convertirse en algo mucho más poderoso: una herramienta real de comunicación. En lugar de memorizar vocabulario o repetir frases sin contexto, nuestros campamentos Jarama Nature (para niños y niñas de 6 a 12 años) y Jarama Teens English (de 12 a 16 años) ofrecen una experiencia inmersiva donde el inglés se vive, se experimenta y se disfruta. Y es precisamente eso lo que marca la diferencia.

aprender ingles niños

Más allá del aula: el inglés como experiencia

Muchos padres y madres nos preguntan cómo trabajamos el inglés en nuestros campamentos. ¿Hay clases? ¿Se sientan con un libro? ¿Tienen deberes? La respuesta es no… pero sí hay aprendizaje, y mucho. Porque el aprendizaje que realmente se queda no es el que se fuerza, sino el que se integra de manera natural en el día a día.

En Jarama Nature y Jarama Teens English, el idioma está presente en las canciones, los juegos, las dinámicas de grupo, los talleres, las excursiones y hasta en la rutina diaria. Los monitores bilingües o nativos utilizan el inglés como lengua vehicular, adaptando su forma de comunicarse al nivel del grupo, utilizando gestos, visuales y repeticiones cuando hace falta. Así, los niños y niñas no solo entienden, sino que se sienten seguros para responder, participar y arriesgarse a hablar.

Del miedo al disfrute: perder el miedo a equivocarse

Una de las mayores barreras a la hora de aprender inglés no es gramatical, sino emocional. El miedo a equivocarse, a que se rían de uno, a no encontrar las palabras… En nuestros campamentos trabajamos precisamente eso: generar un entorno de confianza donde equivocarse no solo está permitido, sino que forma parte del proceso.

Al estar rodeados de un equipo que los anima constantemente y de otros niños y niñas en la misma situación, los participantes pierden el miedo y comienzan a expresarse de forma espontánea. Aprenden vocabulario sin darse cuenta, adquieren estructuras gramaticales sin saberlo y, lo más importante, descubren que sí pueden hablar en inglés.

campamentos verano inglés

Un enfoque adaptado a cada etapa

En Jarama Nature, el enfoque es más lúdico y sensorial. Utilizamos el juego como motor de aprendizaje, con actividades diseñadas para que el inglés forme parte de la aventura: yincanas, teatro, cuentos, canciones, cocina… Todo está pensado para que los más pequeños relacionen el idioma con emociones positivas.

En Jarama Teens English, el enfoque se adapta a las necesidades de la adolescencia: más autonomía, más profundidad y más conexión con su mundo. Aquí introducimos debates, proyectos colaborativos, simulaciones (como entrevistas, programas de radio o pequeños cortometrajes), siempre guiados por monitores expertos. El objetivo es que los chicos y chicas usen el inglés como herramienta para expresarse, crear y relacionarse.

campamentos verano inglés

Un entorno natural que invita a comunicarse

El entorno de CEI El Jarama también juega un papel clave. Estar rodeados de naturaleza, en un espacio seguro y estimulante, libera a los niños y niñas del estrés y la presión del aula tradicional. Aquí no hay exámenes ni notas, pero sí hay retos, sorpresas, trabajo en equipo y muchas oportunidades para usar el inglés de forma auténtica.

Y, por supuesto, todo ello en un entorno donde el respeto, la sostenibilidad y la convivencia son valores que se respiran en cada rincón.

¿Y si mi hijo o hija tiene un nivel bajo de inglés?

Es una de las dudas más comunes. Y la respuesta es tranquilizadora: no pasa nada. Nuestros equipos están preparados para adaptar el lenguaje y las actividades al nivel del grupo. No se trata de saber más o menos, sino de estar dispuesto a probar, escuchar, participar. Y cuando el aprendizaje se hace desde la motivación y no desde la obligación, los avances llegan solos.

campamentos verano inglés

Una inversión en autoestima y autonomía

Más allá del inglés, lo que los niños y niñas se llevan de nuestros campamentos es confianza. La confianza de haber entendido y haber sido entendidos, de haber perdido el miedo a hablar, de haber descubierto que pueden enfrentarse a una conversación en otro idioma. Y esa confianza se traduce, más adelante, en mejores resultados académicos, en mayor autonomía y en una actitud más abierta hacia otras culturas y realidades.

En resumen, Jarama Nature y Jarama Teens English no son campamentos de inglés al uso. Son experiencias transformadoras donde el idioma se convierte en una herramienta viva, útil y emocionante. Una forma de aprender sin darse cuenta, de crecer, y de disfrutar del verano en un entorno único. ¿Te animas a darles esa oportunidad?

Si quieres saber más sobre nuestros campamentos de verano, fechas y plazas disponibles, puedes contactarnos o visitar nuestra web. Estaremos encantados de resolver tus dudas.

¡El verano está a la vuelta de la esquina! Y con él, la oportunidad perfecta para que niñas y niños vivan una experiencia inolvidable en nuestros campamentos de verano en CEI El Jarama. ¿Sabías que, más allá de la diversión, jugar es una forma poderosa de educar en valores y habilidades clave para la vida? En este artículo, te contamos cómo un campamento con valores como el nuestro genera crecimiento personal, social y emocional a través del juego.

campamento con valores

El juego, un espacio para aprender sin darse cuenta

Cuando los niños juegan, exploran, imaginan y crean su propio mundo. Se involucran, toman decisiones, se enfrentan a retos… sin que se sientan en un ambiente “de aprendizaje”. Esa es la magia del juego: enseña sin enseñar. En CEI El Jarama aprovechamos esta dinámica para potenciar valores como la cooperación, el respeto y la creatividad. ¿Un ejemplo? En juegos de equipo como orientación o desafíos en grupo, aprenden a escucharse, a respetar turnos y a confiar en sus compañeros. Todo mientras se divierten rodeados de naturaleza.

Valores en acción: colaboración, empatía y respeto

Uno de los principales objetivos de nuestros campamentos de verano es fomentar la convivencia saludable. En cada actividad, está presente el valor de la colaboración. Por ejemplo:

  • Actividades de grupo: como construir refugios o preparar una pequeña obra de teatro, requieren coordinación, responsabilidad compartida y atención mutua.
  • Problemas a resolver juntos: cuando surge un conflicto o una dificultad durante el juego, los niños aprenden a resolverlo entre ellos, desarrollando empatía y comunicación asertiva.
  • Normas claras: cada actividad tiene reglas, y respetarlas refuerza la idea de que el respeto al otro y al entorno es vital para que todos se lo pasen bien.

En resumen, mientras compiten, cooperan, ganan… también aprenden a perder, a apoyarse unos a otros, a escuchar y a ser generosos.

campamento con valores

Confianza y autonomía en un entorno seguro

Un buen campamento no solo enseña valores, también construye seguridad emocional. Al vivir varias jornadas lejos de casa:

  1. Desarrollan autonomía: deciden qué ropa preparar, cómo organizarse, se adaptan a rutinas nuevas y gestionan emociones como la nostalgia o la ilusión.
  2. Ganan confianza en sí mismos: al superar pruebas físicas (como rocódromo o tirolina) o creativas (como pintar un mural), se retan y sorprenden de lo que son capaces.
  3. Se sienten valorados y escuchados: nuestros educadores fomentan la comunicación, realizan asambleas diarias para compartir vivencias, inquietudes y propuestas.

Así, los niños/as construyen identidad, autoestima y la capacidad de expresarse en grupo, en armonía con los demás y con su entorno.

Naturaleza: aula al aire libre y escuela de respeto

CEI El Jarama,  un escenario privilegiado para el aprendizaje:

  • Cuidar y respetar la naturaleza: tareas como dar de comer a los animales o plantar semillas conecta a los/as participantes con el ciclo de la vida y les sensibilizan sobre la responsabilidad ambiental.
  • Aprender de los ritmos naturales: la rutina de día (huerto ecológico, senderismo, talleres de reciclaje) enseña a valorar los espacios verdes, a respirar aire limpio y a disfrutar del entorno lejos del ruido y las pantallas.
  • Conciencia del entorno: se percibe el clima, las formas de los árboles, las huellas de los animales… y así se apuesta por una educación ecologista que fomenta el respeto a los seres vivos y el planeta.
campamento con valores

Diversión responsable y sana: alternativa al ocio sedentario

En la era digital, los campamentos de verano suponen una saludable desconexión. Aquí no hay pantallas, solo movimiento, amistad, naturaleza y el gozo de jugar:

  • Actividades al aire libre: desde juegos cooperativos hasta deportes adaptados, pasando por talleres manuales, pasamos la jornada al aire libre.
  • Promoción del bienestar físico: caminatas, cuentacuentos al aire libre, carreras controladas… todo fortalece el cuerpo y la mente.
  • Tiempo de ocio de calidad: en CEI El Jarama apostamos por un concepto de ocio donde lo importante es compartir, crear recuerdos y disfrutar pequeñas grandes aventuras.

¿Por qué elegir CEI El Jarama este verano?

  • Equipo educativo experto en infancia: con formación en ocio y tiempo libre, disciplina positiva, pedagogía del juego, psicología y dinamización.
  • Actividades variadas y seguras: combinamos aventura, creatividad y conciencia medioambiental en un mismo programa.
  • Instalaciones de calidad: zonas verdes, huerto, espacios cubiertos, granja, dormitorios y comedores aclimatados..
  • Valores vivos: cooperamos, cuidamos, compartimos y crecemos cada día en comunidad.

Inscripciones abiertas: ¡plazas limitadas!

Nuestros campamentos de verano se organizan en turnos semanales y quincenales durante julio y agosto. Con grupos reducidos por edades, aseguramos un seguimiento personalizado y la mejor experiencia para cada niño y niña.

Inscribirse es fácil: visita nuestra web, elige la opción que encaja con tus planes familiares y confirma tu plaza. 


En CEI El Jarama creemos que el juego es algo más que diversión: es una herramienta educativa fundamental. A través del juego, niñas y niños practican valores, desarrollan habilidades, fortalecen el cuerpo y la mente, y crean recuerdos indescriptibles. Al elegir uno de nuestros campamentos, les estás regalando una experiencia completa: social, emocional, sensorial y formativa.

El verano conecta con el cambio, la libertad y el descubrimiento. Haz que sea en CEI El Jarama. ¡Te esperamos!

Apuntar a tu hijo o hija a un campamento de verano por primera vez es una decisión que se toma con ilusión… y también con cierto vértigo. ¿Lo pasará bien? ¿Me echará de menos? ¿Dormirá bien? ¿Estará preparado o preparada para estar unos días fuera de casa? Estas preguntas son más comunes de lo que parece, y detrás de ellas hay algo natural: el amor, el cuidado y el deseo de tomar la mejor decisión posible.

En CEI El Jarama lo sabemos bien. Cada verano recibimos a niños y niñas que viven su primera experiencia fuera de casa. Y también a muchas madres y padres que nos escriben o nos llaman con una mezcla de emoción y nerviosismo. Por eso, queremos compartir algunas claves para entender qué pasa en esta etapa y cómo acompañar mejor este proceso.

campamento de verano primera vez

Separarse también es crecer

En la infancia, especialmente entre los 5 y los 8 años, muchas cosas se viven por primera vez: dormir fuera de casa, hacer nuevos amigos, probar comidas distintas, adaptarse a un nuevo entorno… Todo eso, que puede generar cierto miedo al principio, es parte de un aprendizaje profundo: la conquista de la autonomía.

Separarse por unos días de las figuras de referencia no significa perder el vínculo. Al contrario: fortalece la confianza, refuerza la seguridad emocional y permite a los niños y niñas descubrir de lo que son capaces sin ayuda constante. Es una forma de crecer jugando, experimentando y compartiendo.

campamento de verano primera vez

¿Qué sienten ellos… y qué sentimos nosotros?

Lo primero que hay que tener claro es que el miedo o los nervios no son un problema: son parte del proceso. En muchos casos, es más el adulto quien necesita prepararse para esa pequeña separación que el propio niño o niña. Es habitual proyectar nuestras dudas (“lo va a pasar mal”, “me va a echar de menos”, “se va a sentir solo”) sin dejar espacio a que lo viva a su manera.

Por eso, es importante no anticipar con angustia una experiencia que puede ser muy positiva. Hay niños y niñas que se adaptan rápidamente, y otros que necesitan un poco más de tiempo. Ambos caminos son igual de válidos si se acompañan con calma, seguridad y confianza.

campamento de verano primera vez

Cómo preparar el momento antes del campamento

Aquí van algunas recomendaciones útiles si tu hijo o hija va a venir por primera vez a un campamento:

  • Habla del campamento con naturalidad, sin convertirlo en algo extraordinario ni en un “gran paso”. Cuéntale que va a jugar, conocer a otros niños, dormir en otro sitio… igual que cuando va a casa de los abuelos, los primos, de algún amigo o a una excursión.
  • Validar sus emociones, sin dramatizar. Si dice “me da un poco de miedo”, puedes responder con algo como “es normal, a veces las cosas nuevas nos dan un poco de respeto.Estoy seguro de que te lo vas a pasar muy bien”.
  • Evita frases como te voy a echar tanto de menos” o “si lloras, llama”. Aunque parten del cariño, pueden generar inseguridad o expectativas de dificultad.
  • Involúcrale en los preparativos, que elija su mochila, su pijama, sus juegos. Sentirse protagonista del proceso ayuda a reducir la incertidumbre.
  • Confía en los equipos educativos. En CEI El Jarama tenemos una larga experiencia acogiendo a niños y niñas de distintas edades y personalidades. Nuestro equipo está formado para detectar necesidades emocionales, acompañar momentos de nostalgia y fomentar la adaptación de forma gradual y afectiva.

¿Y si llora o dice que no quiere ir?


Es posible que, en los días previos, surjan dudas o reticencias. En esos casos, es clave mantener la serenidad. No forzar, pero tampoco ceder por miedo. Puedes recordarle que es una experiencia temporal, que va a estar acompañado todo el tiempo, y que volverá a casa en pocos días con muchas cosas que contar.

Una vez en el campamento, es habitual que la primera noche cueste un poco más… pero también que al segundo o tercer día ya estén completamente integrados, disfrutando con sus nuevos amigos/as y explorando el entorno sin mirar atrás.

En CEI El Jarama mantenemos contacto con las familias y, en caso necesario, informamos con total transparencia de cómo evoluciona la adaptación. En la mayoría de los casos, las lágrimas iniciales se transforman en anécdotas felices que se recuerdan con orgullo.

campamento de verano primera vez

Una experiencia que se queda para siempre

Para muchos niños y niñas, el primer campamento de verano marca un antes y un después. No solo porque se divierten, sino porque se descubren a sí mismos/as en nuevas situaciones: haciendo amigos, resolviendo pequeños retos, expresando lo que sienten.

Y para las familias, es una oportunidad para ver crecer desde otro lugar: no desde la supervisión constante, sino desde la confianza.

Así que si estás dudando… confía. El miedo, los nervios y la emoción pueden convivir. Pero al final, la experiencia compartida merece la pena. Y mucho.

Si estás pensando en apuntar a tu hijo o hija a un campamento de verano, ponte en contacto con CEI El Jarama. Te ayudaremos a facilitar todo el proceso y tu hijo o hija vivirá una experiencia que recordará toda su vida.

El otoño es una de las estaciones más especiales para quienes vivimos y trabajamos en contacto con la naturaleza. Los días se acortan, el campo cambia de color y los árboles nos regalan una alfombra de hojas crujientes que invita a explorar, jugar y aprender. En CEI El Jarama, aprovechamos esta época del año para conectar a los niños y niñas con las tradiciones del entorno a través de experiencias educativas llenas de sentido. Una de las más esperadas es, sin duda, la Castañada.

La Castañada

Una celebración con raíces


La Castañada es una fiesta popular de origen rural que se celebra en muchas regiones de España, especialmente en el norte y el este peninsular. Tradicionalmente, marcaba la llegada del frío y el fin de la cosecha, y tenía como protagonista a la castaña, ese pequeño fruto marrón que crece protegido por una cáscara espinosa y que ha sido durante siglos un alimento básico en muchas zonas montañosas.

Hoy en día, la Castañada se ha convertido en una oportunidad para acercar a los más pequeños a las costumbres de nuestros abuelos, recuperar historias que se cuentan al calor del fuego y valorar la riqueza de los frutos de temporada. Y eso es exactamente lo que buscamos cuando celebramos esta fiesta en CEI El Jarama: aprender disfrutando y disfrutar aprendiendo.

La Castañada

Conocer la castaña desde todos los sentidos


Durante la actividad, los niños y niñas descubren todo lo que hay detrás de este humilde fruto: desde su origen en los bosques de castaños hasta las formas en que se recolecta y se consume. A través de dinámicas adaptadas a su edad, exploramos cómo crece el castaño, en qué zonas se cultiva, qué animales se alimentan también de sus frutos y qué propiedades nutricionales tienen las castañas: ¡son ricas en fibra, minerales y energía natural!

Pero el aprendizaje no se queda solo en lo teórico. Queremos que niños y niñas experimenten la castaña con los cinco sentidos: tocando su superficie rugosa, oliendo su aroma cuando se asa, observando su transformación antes y después de asada al calor del fuego, escuchando el chisporroteo del brasero y, por supuesto, saboreándola recién hecha. (Os contamos que, en realidad, por motivos de seguridad, nuestras cocineras profesionales nos asan las castañas en su cocina)

La Castañada


La visita de la castañera: cuentos y brasero

Uno de los momentos más mágicos de la jornada es, sin duda, la visita de la castañera. Vestida con su delantal y su pañuelo, aparece entre los árboles con su cesta y su brasero, como si viniera de otro tiempo. Con voz cálida y una gran sonrisa, nos cuenta cómo era su oficio, cómo se preparaban las castañas en los pueblos y qué significaba esta tradición para las familias de antaño.

Su presencia convierte la actividad en un pequeño viaje en el tiempo. Niños y niñas se agrupan a su alrededor para escuchar cuentos, hacer preguntas y observar cómo se asan las castañas “en directo” (con unas brasas simuladas).

La Castañada

Un momento para compartir

Cuando las castañas están listas, llega el instante más esperado: probarlas. Calentitas, sabrosas y envueltas en papel de estraza, las castañas asadas se convierten en el broche perfecto de una jornada que va más allá de la simple degustación. Es un momento para compartir, conversar, observar el entorno y disfrutar juntos del ritmo pausado del otoño.

Y mientras saborean este manjar de temporada, muchos niños y niñas se sorprenden al descubrir que les encanta un fruto que nunca antes habían probado. Otros recuerdan a sus abuelos, que se las preparaban igual. Y todos se llevan a casa un pedacito de historia, cultura y naturaleza.

La Castañada

Educar desde la experiencia

En CEI El Jarama, creemos que la educación ambiental y emocional pasa por vivir las cosas en primera persona. Por eso, cada actividad que diseñamos tiene como objetivo despertar la curiosidad, fomentar el respeto por el entorno y crear recuerdos positivos vinculados a la naturaleza. La Castañada es un ejemplo perfecto de cómo una tradición sencilla puede convertirse en una experiencia educativa completa.

Celebrarla no es solo aprender sobre las castañas: es  sentir el otoño, vivir una fiesta, escuchar historias, experimentar con los sentidos y fortalecer el vínculo con la tierra. Y si, además, se hace en un entorno natural como el nuestro, rodeados de árboles, animales y aire limpio, la vivencia se multiplica.

Este otoño, la castañera volverá a visitarnos, el brasero volverá a “encenderse” y las castañas volverán a alegrar los paladares de los más pequeños. Porque hay tradiciones que, por mucho que pase el tiempo, siguen teniendo el poder de emocionarnos. Y en CEI El Jarama, nos encanta mantenerlas vivas. 

Ponte en contacto con nosotros y te informaremos con mayor detalle de esta bonita experiencia y de todas las actividades que pueden disfrutar tus peques en otoño en nuestra granja.

Hay momentos del año que tienen una magia especial. El otoño es, sin duda, uno de ellos. Y si hay un lugar donde se puede vivir esa magia con intensidad, ese es la ribera del río Jarama. En CEI El Jarama, cada año damos la bienvenida al otoño con los brazos abiertos, sabiendo que esta estación nos regala una oportunidad extraordinaria para aprender al aire libre, conectar con la naturaleza y observar cómo cambia el mundo que nos rodea.

La ribera del Jarama en otoño se transforma. Los árboles se visten de colores cálidos: amarillos, ocres, rojizos y marrones que pintan el paisaje como si fuera un lienzo. El aire es más fresco, pero no es frío, y el suelo húmedo cruje bajo nuestros pies. Los días se acortan, pero cada minuto en el exterior se vuelve más valioso. Este entorno natural, que rodea nuestra granja escuela, se convierte en un aula viva para niños y niñas, donde cada paseo es una lección y cada descubrimiento, una aventura.

Una excursión sensorial y educativa


En CEI El Jarama organizamos actividades específicas para disfrutar del otoño con todos los sentidos. En nuestras rutas por la ribera, no solo caminamos: observamos, escuchamos, tocamos y olemos. Aprendemos a identificar los árboles de ribera —álamos, sauces, fresnos— por la forma de sus hojas, por su corteza o por los frutos que dejan caer. Hablamos de por qué cambian de color, de cómo se preparan para el invierno y de cómo afectan estos cambios al resto del ecosistema.

El suelo nos cuenta muchas historias: huellas de tejones, zorrillos o aves; madrigueras escondidas entre las raíces; hojas mordisqueadas o frutos roídos. Seguimos estos rastros como pequeños naturalistas, desarrollando la atención y la curiosidad. A veces, si guardamos silencio, tenemos la suerte de ver aves migratorias que hacen una pausa en su viaje hacia el sur. Avutardas, ánades o milanos sobrevuelan el río, y su presencia nos recuerda que el otoño también es tiempo de movimiento.

senda otoño

Juegos, retos y descubrimientos

Además de los paseos en sí, en CEI El Jarama diseñamos dinámicas lúdicas que enriquecen la experiencia. Proponemos retos de observación, juegos para reconocer sonidos de la naturaleza, y actividades que combinan el arte y la ciencia, pequeños diarios de campo o cuentos inspirados en lo que vemos y sentimos.

Todo esto fomenta no solo el conocimiento del entorno, sino también habilidades como la expresión oral, la creatividad, el trabajo en equipo y el pensamiento crítico. Al final del día, niños y niñas regresan con las manos un poco sucias, las mejillas coloradas por el aire fresco y los ojos brillantes de emoción. Y, sobre todo, con un vínculo más fuerte con la naturaleza.

senda otoño

Un espacio seguro para aprender con libertad

La educación al aire libre tiene un valor incalculable, y el otoño es una de las mejores estaciones para aprovecharlo. En CEI El Jarama cuidamos cada detalle para que la experiencia sea segura, estimulante y adaptada a las distintas edades. Nuestra localización, en plena naturaleza pero a un paso de Madrid, nos permite ofrecer un entorno privilegiado donde el aprendizaje sucede de forma natural, sin forzar nada.

Nuestros educadores/as acompañan a los niños y niñas con respeto y cercanía, proponiendo actividades que despiertan el asombro y el interés por el mundo natural. Y lo hacen con una metodología que equilibra el juego, la exploración libre y el aprendizaje estructurado.

Una estación que deja huella


El otoño en la ribera del Jarama no es solo una época bonita: es un momento perfecto para sembrar en los más pequeños el amor por la naturaleza, la conciencia ecológica y el placer de aprender haciendo. Desde CEI El Jarama, estamos convencidos de que este tipo de experiencias dejan huella: en la memoria y en el corazón. Por eso, cada vez que caen las primeras hojas y los colores del bosque se vuelven más intensos, salimos a explorar. Porque sabemos que la naturaleza es una gran maestra y que el otoño tiene mucho que enseñarnos.

¿Te gustaría que tus alumnos/aslo experimenten con nosotros? ¡Os esperamos este otoño en la ribera del Jarama! Ponte en contacto y te informaremos sin compromiso.