¡El verano está a la vuelta de la esquina! Y con él, la oportunidad perfecta para que niñas y niños vivan una experiencia inolvidable en nuestros campamentos de verano en CEI El Jarama. ¿Sabías que, más allá de la diversión, jugar es una forma poderosa de educar en valores y habilidades clave para la vida? En este artículo, te contamos cómo un campamento con valores como el nuestro genera crecimiento personal, social y emocional a través del juego.

campamento con valores

El juego, un espacio para aprender sin darse cuenta

Cuando los niños juegan, exploran, imaginan y crean su propio mundo. Se involucran, toman decisiones, se enfrentan a retos… sin que se sientan en un ambiente “de aprendizaje”. Esa es la magia del juego: enseña sin enseñar. En CEI El Jarama aprovechamos esta dinámica para potenciar valores como la cooperación, el respeto y la creatividad. ¿Un ejemplo? En juegos de equipo como orientación o desafíos en grupo, aprenden a escucharse, a respetar turnos y a confiar en sus compañeros. Todo mientras se divierten rodeados de naturaleza.

Valores en acción: colaboración, empatía y respeto

Uno de los principales objetivos de nuestros campamentos de verano es fomentar la convivencia saludable. En cada actividad, está presente el valor de la colaboración. Por ejemplo:

  • Actividades de grupo: como construir refugios o preparar una pequeña obra de teatro, requieren coordinación, responsabilidad compartida y atención mutua.
  • Problemas a resolver juntos: cuando surge un conflicto o una dificultad durante el juego, los niños aprenden a resolverlo entre ellos, desarrollando empatía y comunicación asertiva.
  • Normas claras: cada actividad tiene reglas, y respetarlas refuerza la idea de que el respeto al otro y al entorno es vital para que todos se lo pasen bien.

En resumen, mientras compiten, cooperan, ganan… también aprenden a perder, a apoyarse unos a otros, a escuchar y a ser generosos.

campamento con valores

Confianza y autonomía en un entorno seguro

Un buen campamento no solo enseña valores, también construye seguridad emocional. Al vivir varias jornadas lejos de casa:

  1. Desarrollan autonomía: deciden qué ropa preparar, cómo organizarse, se adaptan a rutinas nuevas y gestionan emociones como la nostalgia o la ilusión.
  2. Ganan confianza en sí mismos: al superar pruebas físicas (como rocódromo o tirolina) o creativas (como pintar un mural), se retan y sorprenden de lo que son capaces.
  3. Se sienten valorados y escuchados: nuestros educadores fomentan la comunicación, realizan asambleas diarias para compartir vivencias, inquietudes y propuestas.

Así, los niños/as construyen identidad, autoestima y la capacidad de expresarse en grupo, en armonía con los demás y con su entorno.

Naturaleza: aula al aire libre y escuela de respeto

CEI El Jarama,  un escenario privilegiado para el aprendizaje:

  • Cuidar y respetar la naturaleza: tareas como dar de comer a los animales o plantar semillas conecta a los/as participantes con el ciclo de la vida y les sensibilizan sobre la responsabilidad ambiental.
  • Aprender de los ritmos naturales: la rutina de día (huerto ecológico, senderismo, talleres de reciclaje) enseña a valorar los espacios verdes, a respirar aire limpio y a disfrutar del entorno lejos del ruido y las pantallas.
  • Conciencia del entorno: se percibe el clima, las formas de los árboles, las huellas de los animales… y así se apuesta por una educación ecologista que fomenta el respeto a los seres vivos y el planeta.
campamento con valores

Diversión responsable y sana: alternativa al ocio sedentario

En la era digital, los campamentos de verano suponen una saludable desconexión. Aquí no hay pantallas, solo movimiento, amistad, naturaleza y el gozo de jugar:

  • Actividades al aire libre: desde juegos cooperativos hasta deportes adaptados, pasando por talleres manuales, pasamos la jornada al aire libre.
  • Promoción del bienestar físico: caminatas, cuentacuentos al aire libre, carreras controladas… todo fortalece el cuerpo y la mente.
  • Tiempo de ocio de calidad: en CEI El Jarama apostamos por un concepto de ocio donde lo importante es compartir, crear recuerdos y disfrutar pequeñas grandes aventuras.

¿Por qué elegir CEI El Jarama este verano?

  • Equipo educativo experto en infancia: con formación en ocio y tiempo libre, disciplina positiva, pedagogía del juego, psicología y dinamización.
  • Actividades variadas y seguras: combinamos aventura, creatividad y conciencia medioambiental en un mismo programa.
  • Instalaciones de calidad: zonas verdes, huerto, espacios cubiertos, granja, dormitorios y comedores aclimatados..
  • Valores vivos: cooperamos, cuidamos, compartimos y crecemos cada día en comunidad.

Inscripciones abiertas: ¡plazas limitadas!

Nuestros campamentos de verano se organizan en turnos semanales y quincenales durante julio y agosto. Con grupos reducidos por edades, aseguramos un seguimiento personalizado y la mejor experiencia para cada niño y niña.

Inscribirse es fácil: visita nuestra web, elige la opción que encaja con tus planes familiares y confirma tu plaza. 


En CEI El Jarama creemos que el juego es algo más que diversión: es una herramienta educativa fundamental. A través del juego, niñas y niños practican valores, desarrollan habilidades, fortalecen el cuerpo y la mente, y crean recuerdos indescriptibles. Al elegir uno de nuestros campamentos, les estás regalando una experiencia completa: social, emocional, sensorial y formativa.

El verano conecta con el cambio, la libertad y el descubrimiento. Haz que sea en CEI El Jarama. ¡Te esperamos!

Apuntar a tu hijo o hija a un campamento de verano por primera vez es una decisión que se toma con ilusión… y también con cierto vértigo. ¿Lo pasará bien? ¿Me echará de menos? ¿Dormirá bien? ¿Estará preparado o preparada para estar unos días fuera de casa? Estas preguntas son más comunes de lo que parece, y detrás de ellas hay algo natural: el amor, el cuidado y el deseo de tomar la mejor decisión posible.

En CEI El Jarama lo sabemos bien. Cada verano recibimos a niños y niñas que viven su primera experiencia fuera de casa. Y también a muchas madres y padres que nos escriben o nos llaman con una mezcla de emoción y nerviosismo. Por eso, queremos compartir algunas claves para entender qué pasa en esta etapa y cómo acompañar mejor este proceso.

campamento de verano primera vez

Separarse también es crecer

En la infancia, especialmente entre los 5 y los 8 años, muchas cosas se viven por primera vez: dormir fuera de casa, hacer nuevos amigos, probar comidas distintas, adaptarse a un nuevo entorno… Todo eso, que puede generar cierto miedo al principio, es parte de un aprendizaje profundo: la conquista de la autonomía.

Separarse por unos días de las figuras de referencia no significa perder el vínculo. Al contrario: fortalece la confianza, refuerza la seguridad emocional y permite a los niños y niñas descubrir de lo que son capaces sin ayuda constante. Es una forma de crecer jugando, experimentando y compartiendo.

campamento de verano primera vez

¿Qué sienten ellos… y qué sentimos nosotros?

Lo primero que hay que tener claro es que el miedo o los nervios no son un problema: son parte del proceso. En muchos casos, es más el adulto quien necesita prepararse para esa pequeña separación que el propio niño o niña. Es habitual proyectar nuestras dudas (“lo va a pasar mal”, “me va a echar de menos”, “se va a sentir solo”) sin dejar espacio a que lo viva a su manera.

Por eso, es importante no anticipar con angustia una experiencia que puede ser muy positiva. Hay niños y niñas que se adaptan rápidamente, y otros que necesitan un poco más de tiempo. Ambos caminos son igual de válidos si se acompañan con calma, seguridad y confianza.

campamento de verano primera vez

Cómo preparar el momento antes del campamento

Aquí van algunas recomendaciones útiles si tu hijo o hija va a venir por primera vez a un campamento:

  • Habla del campamento con naturalidad, sin convertirlo en algo extraordinario ni en un “gran paso”. Cuéntale que va a jugar, conocer a otros niños, dormir en otro sitio… igual que cuando va a casa de los abuelos, los primos, de algún amigo o a una excursión.
  • Validar sus emociones, sin dramatizar. Si dice “me da un poco de miedo”, puedes responder con algo como “es normal, a veces las cosas nuevas nos dan un poco de respeto.Estoy seguro de que te lo vas a pasar muy bien”.
  • Evita frases como te voy a echar tanto de menos” o “si lloras, llama”. Aunque parten del cariño, pueden generar inseguridad o expectativas de dificultad.
  • Involúcrale en los preparativos, que elija su mochila, su pijama, sus juegos. Sentirse protagonista del proceso ayuda a reducir la incertidumbre.
  • Confía en los equipos educativos. En CEI El Jarama tenemos una larga experiencia acogiendo a niños y niñas de distintas edades y personalidades. Nuestro equipo está formado para detectar necesidades emocionales, acompañar momentos de nostalgia y fomentar la adaptación de forma gradual y afectiva.

¿Y si llora o dice que no quiere ir?


Es posible que, en los días previos, surjan dudas o reticencias. En esos casos, es clave mantener la serenidad. No forzar, pero tampoco ceder por miedo. Puedes recordarle que es una experiencia temporal, que va a estar acompañado todo el tiempo, y que volverá a casa en pocos días con muchas cosas que contar.

Una vez en el campamento, es habitual que la primera noche cueste un poco más… pero también que al segundo o tercer día ya estén completamente integrados, disfrutando con sus nuevos amigos/as y explorando el entorno sin mirar atrás.

En CEI El Jarama mantenemos contacto con las familias y, en caso necesario, informamos con total transparencia de cómo evoluciona la adaptación. En la mayoría de los casos, las lágrimas iniciales se transforman en anécdotas felices que se recuerdan con orgullo.

campamento de verano primera vez

Una experiencia que se queda para siempre

Para muchos niños y niñas, el primer campamento de verano marca un antes y un después. No solo porque se divierten, sino porque se descubren a sí mismos/as en nuevas situaciones: haciendo amigos, resolviendo pequeños retos, expresando lo que sienten.

Y para las familias, es una oportunidad para ver crecer desde otro lugar: no desde la supervisión constante, sino desde la confianza.

Así que si estás dudando… confía. El miedo, los nervios y la emoción pueden convivir. Pero al final, la experiencia compartida merece la pena. Y mucho.

Si estás pensando en apuntar a tu hijo o hija a un campamento de verano, ponte en contacto con CEI El Jarama. Te ayudaremos a facilitar todo el proceso y tu hijo o hija vivirá una experiencia que recordará toda su vida.

El otoño es una de las estaciones más especiales para quienes vivimos y trabajamos en contacto con la naturaleza. Los días se acortan, el campo cambia de color y los árboles nos regalan una alfombra de hojas crujientes que invita a explorar, jugar y aprender. En CEI El Jarama, aprovechamos esta época del año para conectar a los niños y niñas con las tradiciones del entorno a través de experiencias educativas llenas de sentido. Una de las más esperadas es, sin duda, la Castañada.

La Castañada

Una celebración con raíces


La Castañada es una fiesta popular de origen rural que se celebra en muchas regiones de España, especialmente en el norte y el este peninsular. Tradicionalmente, marcaba la llegada del frío y el fin de la cosecha, y tenía como protagonista a la castaña, ese pequeño fruto marrón que crece protegido por una cáscara espinosa y que ha sido durante siglos un alimento básico en muchas zonas montañosas.

Hoy en día, la Castañada se ha convertido en una oportunidad para acercar a los más pequeños a las costumbres de nuestros abuelos, recuperar historias que se cuentan al calor del fuego y valorar la riqueza de los frutos de temporada. Y eso es exactamente lo que buscamos cuando celebramos esta fiesta en CEI El Jarama: aprender disfrutando y disfrutar aprendiendo.

La Castañada

Conocer la castaña desde todos los sentidos


Durante la actividad, los niños y niñas descubren todo lo que hay detrás de este humilde fruto: desde su origen en los bosques de castaños hasta las formas en que se recolecta y se consume. A través de dinámicas adaptadas a su edad, exploramos cómo crece el castaño, en qué zonas se cultiva, qué animales se alimentan también de sus frutos y qué propiedades nutricionales tienen las castañas: ¡son ricas en fibra, minerales y energía natural!

Pero el aprendizaje no se queda solo en lo teórico. Queremos que niños y niñas experimenten la castaña con los cinco sentidos: tocando su superficie rugosa, oliendo su aroma cuando se asa, observando su transformación antes y después de asada al calor del fuego, escuchando el chisporroteo del brasero y, por supuesto, saboreándola recién hecha. (Os contamos que, en realidad, por motivos de seguridad, nuestras cocineras profesionales nos asan las castañas en su cocina)

La Castañada


La visita de la castañera: cuentos y brasero

Uno de los momentos más mágicos de la jornada es, sin duda, la visita de la castañera. Vestida con su delantal y su pañuelo, aparece entre los árboles con su cesta y su brasero, como si viniera de otro tiempo. Con voz cálida y una gran sonrisa, nos cuenta cómo era su oficio, cómo se preparaban las castañas en los pueblos y qué significaba esta tradición para las familias de antaño.

Su presencia convierte la actividad en un pequeño viaje en el tiempo. Niños y niñas se agrupan a su alrededor para escuchar cuentos, hacer preguntas y observar cómo se asan las castañas “en directo” (con unas brasas simuladas).

La Castañada

Un momento para compartir

Cuando las castañas están listas, llega el instante más esperado: probarlas. Calentitas, sabrosas y envueltas en papel de estraza, las castañas asadas se convierten en el broche perfecto de una jornada que va más allá de la simple degustación. Es un momento para compartir, conversar, observar el entorno y disfrutar juntos del ritmo pausado del otoño.

Y mientras saborean este manjar de temporada, muchos niños y niñas se sorprenden al descubrir que les encanta un fruto que nunca antes habían probado. Otros recuerdan a sus abuelos, que se las preparaban igual. Y todos se llevan a casa un pedacito de historia, cultura y naturaleza.

La Castañada

Educar desde la experiencia

En CEI El Jarama, creemos que la educación ambiental y emocional pasa por vivir las cosas en primera persona. Por eso, cada actividad que diseñamos tiene como objetivo despertar la curiosidad, fomentar el respeto por el entorno y crear recuerdos positivos vinculados a la naturaleza. La Castañada es un ejemplo perfecto de cómo una tradición sencilla puede convertirse en una experiencia educativa completa.

Celebrarla no es solo aprender sobre las castañas: es  sentir el otoño, vivir una fiesta, escuchar historias, experimentar con los sentidos y fortalecer el vínculo con la tierra. Y si, además, se hace en un entorno natural como el nuestro, rodeados de árboles, animales y aire limpio, la vivencia se multiplica.

Este otoño, la castañera volverá a visitarnos, el brasero volverá a “encenderse” y las castañas volverán a alegrar los paladares de los más pequeños. Porque hay tradiciones que, por mucho que pase el tiempo, siguen teniendo el poder de emocionarnos. Y en CEI El Jarama, nos encanta mantenerlas vivas. 

Ponte en contacto con nosotros y te informaremos con mayor detalle de esta bonita experiencia y de todas las actividades que pueden disfrutar tus peques en otoño en nuestra granja.

Hay momentos del año que tienen una magia especial. El otoño es, sin duda, uno de ellos. Y si hay un lugar donde se puede vivir esa magia con intensidad, ese es la ribera del río Jarama. En CEI El Jarama, cada año damos la bienvenida al otoño con los brazos abiertos, sabiendo que esta estación nos regala una oportunidad extraordinaria para aprender al aire libre, conectar con la naturaleza y observar cómo cambia el mundo que nos rodea.

La ribera del Jarama en otoño se transforma. Los árboles se visten de colores cálidos: amarillos, ocres, rojizos y marrones que pintan el paisaje como si fuera un lienzo. El aire es más fresco, pero no es frío, y el suelo húmedo cruje bajo nuestros pies. Los días se acortan, pero cada minuto en el exterior se vuelve más valioso. Este entorno natural, que rodea nuestra granja escuela, se convierte en un aula viva para niños y niñas, donde cada paseo es una lección y cada descubrimiento, una aventura.

Una excursión sensorial y educativa


En CEI El Jarama organizamos actividades específicas para disfrutar del otoño con todos los sentidos. En nuestras rutas por la ribera, no solo caminamos: observamos, escuchamos, tocamos y olemos. Aprendemos a identificar los árboles de ribera —álamos, sauces, fresnos— por la forma de sus hojas, por su corteza o por los frutos que dejan caer. Hablamos de por qué cambian de color, de cómo se preparan para el invierno y de cómo afectan estos cambios al resto del ecosistema.

El suelo nos cuenta muchas historias: huellas de tejones, zorrillos o aves; madrigueras escondidas entre las raíces; hojas mordisqueadas o frutos roídos. Seguimos estos rastros como pequeños naturalistas, desarrollando la atención y la curiosidad. A veces, si guardamos silencio, tenemos la suerte de ver aves migratorias que hacen una pausa en su viaje hacia el sur. Avutardas, ánades o milanos sobrevuelan el río, y su presencia nos recuerda que el otoño también es tiempo de movimiento.

senda otoño

Juegos, retos y descubrimientos

Además de los paseos en sí, en CEI El Jarama diseñamos dinámicas lúdicas que enriquecen la experiencia. Proponemos retos de observación, juegos para reconocer sonidos de la naturaleza, y actividades que combinan el arte y la ciencia, pequeños diarios de campo o cuentos inspirados en lo que vemos y sentimos.

Todo esto fomenta no solo el conocimiento del entorno, sino también habilidades como la expresión oral, la creatividad, el trabajo en equipo y el pensamiento crítico. Al final del día, niños y niñas regresan con las manos un poco sucias, las mejillas coloradas por el aire fresco y los ojos brillantes de emoción. Y, sobre todo, con un vínculo más fuerte con la naturaleza.

senda otoño

Un espacio seguro para aprender con libertad

La educación al aire libre tiene un valor incalculable, y el otoño es una de las mejores estaciones para aprovecharlo. En CEI El Jarama cuidamos cada detalle para que la experiencia sea segura, estimulante y adaptada a las distintas edades. Nuestra localización, en plena naturaleza pero a un paso de Madrid, nos permite ofrecer un entorno privilegiado donde el aprendizaje sucede de forma natural, sin forzar nada.

Nuestros educadores/as acompañan a los niños y niñas con respeto y cercanía, proponiendo actividades que despiertan el asombro y el interés por el mundo natural. Y lo hacen con una metodología que equilibra el juego, la exploración libre y el aprendizaje estructurado.

Una estación que deja huella


El otoño en la ribera del Jarama no es solo una época bonita: es un momento perfecto para sembrar en los más pequeños el amor por la naturaleza, la conciencia ecológica y el placer de aprender haciendo. Desde CEI El Jarama, estamos convencidos de que este tipo de experiencias dejan huella: en la memoria y en el corazón. Por eso, cada vez que caen las primeras hojas y los colores del bosque se vuelven más intensos, salimos a explorar. Porque sabemos que la naturaleza es una gran maestra y que el otoño tiene mucho que enseñarnos.

¿Te gustaría que tus alumnos/aslo experimenten con nosotros? ¡Os esperamos este otoño en la ribera del Jarama! Ponte en contacto y te informaremos sin compromiso.

En CEI El Jarama nos gusta transmitir a los niños y niñas la importancia de conocer de dónde vienen los alimentos que consumimos cada día. A través de actividades prácticas, en un entorno natural privilegiado, ayudamos a despertar su curiosidad, su respeto por los animales y su conexión con la tradición. Una de las experiencias que más interés despierta en nuestros talleres es la relacionada con el cerdo y sus derivados, una oportunidad para descubrir todo lo que nos aporta este animal y cómo, durante siglos, ha sido parte esencial de la vida en los pueblos de España.

Una tradición con historia: la matanza del cerdo

La matanza del cerdo es una costumbre muy arraigada en el medio rural español. Antiguamente, se realizaba en otoño o invierno, cuando bajaban las temperaturas y se podía conservar mejor la carne. Era mucho más que un acto de alimentación: era un acontecimiento familiar y comunitario en el que se reunían abuelos, padres, hijos, vecinos y amigos. Cada uno tenía un papel y, juntos, se aseguraban de aprovechar absolutamente todo del animal.

Desde las piezas más nobles como el lomo o el jamón, hasta partes menos conocidas como las orejas o la sangre —con las que se elabora la morcilla—, nada se desperdiciaba. Era una muestra de respeto por el animal, pero también de sostenibilidad: aprovechar todos los recursos disponibles con sentido común y sabiduría popular.

cerdo y derivados

Cultura y aprendizaje en la granja

En nuestra granja, rodeada de árboles y caminos y a orillas del río Jarama, acercamos esta tradición a los más pequeños desde una mirada educativa y respetuosa. No se trata de reproducir una matanza, sino de explicar su valor cultural e histórico, mostrar los productos que se elaboran a partir del cerdo y, sobre todo, invitar a los niños y niñas a poner las manos en la masa.

Porque, ¿qué mejor forma de aprender que haciendo? En nuestra cocina de la abuela y nuestro taller de transformación de alimentos elaboramos de forma artesanal uno de los productos más emblemáticos del cerdo: el chorizo.

El chorizo: tradición, sabor y trabajo en equipo

El chorizo es un embutido que forma parte de muchas cocinas españolas. Su elaboración tradicional es sencilla, pero requiere cuidado y paciencia. En nuestros talleres, niños y niñas descubren los ingredientes que lo componen: carne de cerdo, pimentón, ajo, sal y algunas especias. Los mezclan, rellenan las tripas naturales, atan sus propios chorizos… 

Más allá del aspecto culinario, esta actividad les permite trabajar en equipo, desarrollar la motricidad fina, escuchar con atención y, sobre todo, entender el valor del esfuerzo y del proceso artesanal. No se trata solo de comer: se trata de saber cómo se hace lo que comemos.

Respeto por los animales y el entorno

Uno de los pilares fundamentales de CEI El Jarama es la educación en valores, y esta actividad no es una excepción. Hablamos con los niños y niñas sobre la importancia de tratar bien a los animales, de alimentarlos correctamente, de mantener su entorno limpio y de comprender que, si consumimos productos de origen animal, debemos hacerlo desde el respeto y la responsabilidad.

Les explicamos que durante siglos, en los pueblos, las familias criaban a sus propios cerdos con cuidado, los alimentaban con lo que daba el campo y aprovechaban su carne para todo el año. Esa relación directa con los animales y la naturaleza generaba una conciencia que hoy, en muchos entornos urbanos, se ha perdido. Nuestra misión es reconectar con esa mirada, sin juicios, pero con conciencia.

Una experiencia que deja huella

Cada vez que un grupo de niños participa en este taller, nos sorprende su capacidad para entender conceptos complejos de forma natural. Preguntan, opinan, comparan lo que han aprendido con lo que conocen de casa… Y cuando terminan el taller y sostienen orgullosos su chorizo, listo para colgar y curar, sabemos que se llevan algo más que una experiencia: se llevan una historia, una tradición, una vivencia. 

En CEI El Jarama creemos que el contacto con el mundo rural, sus costumbres y su ritmo, es una oportunidad única para la educación de hoy. Porque educar también es hablar de cultura, de raíces, de lo que somos. Y el cerdo, con todos sus productos, es parte de esa historia compartida que merece ser contada —y vivida—.

¿Te animas a vivirlo con tu clase este otoño?

Si buscas una experiencia educativa diferente, completa y con mucho sabor, esta actividad es para tus alumnos/as. Ven con tu grupo a la granja este otoño, ya sea en visita de día o en estancia con pernocta. Descubrirán el mundo rural, la elaboración artesanal del chorizo y muchos aprendizajes más que no caben en un libro… pero sí en el recuerdo.

Escríbenos y te contamos cómo organizar vuestra visita. ¡Os esperamos con el delantal puesto! 

Con la llegada del otoño, la naturaleza se transforma y nos ofrece una paleta de colores cálidos, olores intensos y sabores llenos de tradición. En CEI El Jarama aprovechamos esta estación para conectar a los niños y niñas con el entorno natural a través de una experiencia educativa tan deliciosa como memorable. Nuestra propuesta combina la exploración de los frutos de temporada con talleres creativos y culinarios que despiertan la curiosidad, desarrollan habilidades y refuerzan los lazos con la cultura popular.

Una estación que se saborea

El otoño es sinónimo de cosecha. En nuestra finca, los árboles se llenan de nueces, almendras, bellotas, piñas, higos, manzanas y membrillos. Durante nuestros programas escolares y campamentos, los grupos escolares recorren el campo acompañados por nuestros educadores/as para observar, tocar y recolectar estos frutos. No se trata solo de aprender sus nombres: invitamos a los/as participantes a descubrir su textura, su olor y su sabor, diferenciando entre frutos secos y carnosos con la ayuda de los sentidos.

Este contacto directo con el entorno rural es una puerta de entrada perfecta para hablar del ciclo de la vida, del paso de las estaciones y de cómo la naturaleza nos ofrece recursos que hemos sabido aprovechar durante generaciones. Niños y niñas entienden así que los frutos del otoño no solo alimentan el cuerpo, sino también la memoria cultural de nuestras comunidades.

Sabores de otoño

De la naturaleza a la tradición

Tras la recolección, nos trasladamos a los talleres donde damos una nueva vida a los frutos recogidos. Aquí empieza la parte más creativa de la jornada: manos a la obra para preparar una conserva casera con productos de temporada o para elaborar un dulce navideño al más puro estilo tradicional.

Los talleres están diseñados para que los participantes entiendan todo el proceso, desde el origen del alimento hasta su transformación. Aprenden conceptos básicos de cocina, medidas, higiene alimentaria, y también valores como la paciencia, el trabajo en equipo y el aprovechamiento de los recursos. Mientras remueven, amasan o decoran, se sienten protagonistas de una historia que une naturaleza, saber popular y creatividad.

Además, cada niño o niña se lleva a casa su propia creación:

  • Descubren el valor de conservar alimentos de forma natural preparando un pequeño bote de mermelada con fruta de temporada o un tarrito de uvas en conserva.
  • Recogen elementos de la naturaleza como hojas y flores secas o frutos secos caídos de los árboles para su popurrí aromático que se convierte en una obra de arte sensorial , o un saquito de olor que evoca los paseos por el bosque para el cajón de los calcetines. Un recuerdo tangible de lo vivido en nuestras instalaciones y una manera de compartir con la familia la experiencia.
Sabores de otoño

Una propuesta educativa integral

Las actividades de otoño en CEI El Jarama están pensadas para que cada visita sea una inmersión en el aprendizaje vivencial. No solo se trata de aprender contenidos, sino de experimentar, crear, compartir y emocionarse. Este enfoque nos permite trabajar de forma transversal competencias clave como la autonomía, la expresión oral, la educación ambiental, la conciencia del paso del tiempo o la cultura alimentaria.

Además, tanto las familias como los docentes valoran especialmente que los niños y niñas puedan vivir una experiencia educativa fuera del aula, en un entorno seguro, estimulante y en plena naturaleza. En un mundo cada vez más digital y acelerado, estos momentos de calma, conexión con el entorno y aprendizaje con las manos son más valiosos que nunca.

Sabores de otoño granja escuela

Una experiencia que deja huella

En CEI El Jarama llevamos más de 30 años organizando actividades educativas y campamentos con un enfoque pedagógico sólido y una gran vocación por transmitir el amor por la naturaleza y la vida rural. Cada estación del año nos inspira nuevas propuestas, y el otoño, con su magia especial, es una de nuestras favoritas.

Invitamos a colegios, asociaciones y familias a descubrir nuestras actividades otoñales, pensadas para que los más pequeños aprendan disfrutando, se ensucien las manos, saboreen lo que cocinan y, sobre todo, se lleven a casa una experiencia que deja huella. Si quieres informarte de nuestras actividades otoñales, ponte en contacto con nosotros.

Cuando pensamos en campamentos de verano, lo primero que nos viene a la cabeza es diversión, naturaleza y nuevas amistades. Pero más allá de todo eso, esta experiencia tiene un enorme valor educativo que muchas veces pasa desapercibido. Uno de los aprendizajes más valiosos que se desarrollan en un campamento es la empatía: la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de reconocer y comprender las emociones ajenas.

En CEI El Jarama lo vemos año tras año. Niños y niñas de entre 3 y 16 años llegan ilusionados por la aventura… y se van habiendo aprendido algo mucho más profundo: a convivir, a respetar las diferencias, a ayudar y dejarse ayudar. Y eso, como madres y padres, sabemos que es un regalo para toda la vida.

campamentos verano empatía

Aprender a convivir: el primer paso hacia la empatía

Durante los días que dura el campamento, los niños y niñas conviven con personas que no forman parte de su círculo habitual. Comparten habitación, juegos, comidas, risas y puntos de vista. Este tipo de convivencia les ayuda a salir de su zona de confort y a aprender a relacionarse desde la escucha y el respeto.

A veces hay que esperar un turno, ceder en una decisión de grupo o animar a un compañero o compañera que no se siente bien. Esas pequeñas situaciones cotidianas, que en casa o en el cole pueden pasar más desapercibidas, en el campamento de verano se convierten en lecciones emocionales que marcan.

campamentos verano empatía

La diversidad como motor de crecimiento

En nuestros campamentos participan niñas y niños de diferentes edades, orígenes y personalidades. Esta diversidad es una oportunidad increíble para abrir la mente y el corazón. Un niño tímido aprende a expresarse con confianza; una niña muy activa descubre cómo cuidar a quien va a otro ritmo. A través de estas experiencias, van desarrollando una mirada más comprensiva hacia los demás.

Además, el contacto con los animales de la granja y con la naturaleza les enseña a cuidar, a observar con atención y a valorar la vida en todas sus formas. Todo eso también es empatía: conectar con los seres vivos y aprender a relacionarse desde el respeto.

campamentos verano empatía

Actividades pensadas para colaborar, no competir

En CEI El Jarama diseñamos las actividades con un enfoque cooperativo. Desde juegos en equipo hasta retos en la naturaleza o talleres creativos, todo está pensado para que aprendan a colaborar. En este tipo de dinámicas, se fomenta que cada niño y niña aporte lo mejor de sí, y que todo el grupo aprenda a avanzar unido.

Es en estas experiencias donde se fortalecen valores como la solidaridad, la comunicación y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Cuando un grupo logra superar una prueba juntos, no solo celebran el resultado: celebran que lo han hecho apoyándose mutuamente.

campamentos verano empatía

Un entorno seguro para expresar emociones

Uno de los aspectos que más valoran las familias es que, en el campamento de verano, sus hijos e hijas encuentran un espacio donde pueden expresarse emocionalmente con libertad. Lejos de las exigencias del día a día, en un entorno afectivo y bien acompañado por educadores y monitores, aprenden a reconocer lo que sienten y a respetar lo que sienten los demás.

La empatía no se enseña con teorías, se cultiva desde la experiencia. Y en CEI El Jarama creamos el entorno ideal para que eso ocurra de forma natural.

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Una semilla que se llevan a casa

Lo más interesante de estas experiencias es que los aprendizajes emocionales que las niñas y niños desarrollan en el campamento no se quedan allí. Vuelven a casa más seguros, más conectados con los demás y más conscientes de cómo sus acciones afectan a quienes les rodean.

Como madre o padre, ver que tu hijo o hija ha crecido no solo en autonomía, sino también en sensibilidad hacia los demás, es una de las mayores satisfacciones que puede brindar una experiencia como esta. Por eso, más allá de la aventura y la diversión, un campamento de verano también es una oportunidad para educar en valores y construir una sociedad más empática desde la infancia. 

empatía campamentos de verano

Infórmate de nuestros campamentos de verano. Tus hijos e hijas vivirán una experiencia realmente transformadora. Disfrutarán en plena naturaleza y harán nuevos amigos en un ambiente divertido, seguro y estimulante. 

En un mundo cada vez más conectado y dinámico, las habilidades sociales son fundamentales para el desarrollo integral de los niños y niñas. Más allá del ámbito académico, los pequeños necesitan oportunidades para aprender a comunicarse, cooperar y resolver conflictos de manera efectiva. Los campamentos de verano, donde los más pequeños realizan numerosas actividades, como deporte, música, cuidado de animales o talleres científicos, juegan un papel crucial en este proceso. En CEI El Jarama organizamos diversos campamentos de verano, promoviendo un enfoque educativo que valora el aprendizaje experiencial y el desarrollo social a través de diversas actividades.

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1. Fomentan la comunicación y el trabajo en equipo

Los campamentos de verano brindan a los niños y niñas la oportunidad de interactuar con sus iguales fuera del aula, fomentando habilidades de comunicación y trabajo en equipo. En deportes como el fútbol o el baloncesto, aprenden a coordinarse con otros, respetar turnos y tomar decisiones colectivas. En actividades como el aprendizaje de inglés o el contacto con los animales, los niños y niñas fortalecen la expresión verbal y no verbal, fortalecen la confianza en sí mismos y de paso desconectan de las pantallas.

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2. Desarrollo de la empatía y la resolución de conflictos

Participar en actividades grupales permite que los niños y niñas comprendan diferentes puntos de vista y desarrollen empatía. En un entorno donde deben colaborar con otros, surgen situaciones que requieren resolución de conflictos y negociación, habilidades esenciales para su vida personal y futura vida laboral.

3. Refuerzo de la autoestima y la autonomía

El logro de objetivos personales y colectivos en los campamentos de verano refuerza la autoestima de los niños y niñas. Cuando un niño o niña alimenta a los animales o cuidan un huerto, experimenta un sentimiento de logro que fortalece su confianza. Además, asumir responsabilidades dentro de un grupo fomenta su autonomía y toma de decisiones.

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4. Creación de nuevas amistades y sentido de pertenencia

Los campamentos de verano ofrecen un entorno propicio para conocer a otros niños y niñas con intereses similares, lo que facilita la creación de nuevas amistades. Este sentido de pertenencia a un grupo reduce el riesgo de aislamiento y favorece una mayor integración social, especialmente en edades clave como la infancia y la preadolescencia.

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5. Desarrollo de habilidades de liderazgo

Muchos niños y niñas descubren su capacidad de liderazgo durante su estancia en un campamento de verano. Ya sea como capitán o capitana de un equipo deportivo, director o directora de una obra de teatro o líder de un proyecto científico, estas experiencias les ayuda a tomar iniciativas, organizar tareas y motivar a sus compañeros. Aprender a ser un buen líder desde edades tempranas les será de gran utilidad en el futuro.

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6. Equilibrio entre estudio y ocio

Es importante que los niños y niñas encuentren un equilibrio entre sus responsabilidades académicas y el tiempo de recreación. Los campamentos de verano ofrecen una forma saludable de desconectar del estrés escolar, mejorar su bienestar emocional y mantener un estilo de vida activo.

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Los campamentos de verano no solo complementan la educación formal, sino que también potencian el desarrollo de habilidades sociales esenciales para la vida. En CEI El Jarama, creemos en el poder del aprendizaje más allá del aula y en la importancia de brindar espacios donde los niños y niñas puedan crecer tanto a nivel personal como social. Fomentar la participación en campamentos de verano es una inversión en su bienestar presente y futuro. ¡Anima a tu hijo o hija a explorar nuevas pasiones y fortalecer sus habilidades sociales a través de experiencias enriquecedoras! Ponte en contacto con nosotros.

La alimentación en la infancia es un tema fundamental que influye directamente en el desarrollo físico y emocional de los niños. En CEI El Jarama sabemos que una dieta equilibrada es clave para garantizar el bienestar y el rendimiento de nuestros niños y niñas. En este artículo, exploraremos la importancia de una alimentación saludable para los más pequeños y destacaremos cómo en nuestro centro preparamos platos equilibrados y deliciosos para fomentar buenos hábitos alimenticios.

alimentación saludable infancia


La importancia de una alimentación saludable en la infancia

Durante los primeros años de vida, los niños y niñas atraviesan etapas cruciales de crecimiento y desarrollo. Un adecuado suministro de nutrientes es esencial para que su cuerpo se desarrolle correctamente y para que sus cerebros funcionen a plena capacidad. Además, los hábitos alimenticios que se adquieren en la infancia suelen perdurar a lo largo de la vida, por lo que es esencial establecer buenas costumbres desde una edad temprana.

Un niño/a bien alimentado/a tiene más energía, puede concentrarse mejor en el aula y es menos propenso/a a enfermedades. Una dieta desequilibrada, en cambio, puede conducir a problemas como el sobrepeso, la obesidad, la fatiga, la falta de concentración e incluso dificultades en el rendimiento escolar.
 

En CEI El Jarama llevamos décadas ofreciendo menús para niños y niñas alérgicos, celiacos y diabéticos. Nuestro equipo de cocineras y cocineros cuida de la salud de los pequeños y pequeñas ofreciéndoles una alimentación sana y equilibrada. 

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Desarrollar una relación positiva con la comida

Desarrollar una relación sana con la comida es uno de los aspectos más fundamentales para el bienestar de los niños y niñas. En una sociedad donde las dietas restrictivas y las preocupaciones sobre el peso corporal son comunes, es esencial que los pequeños crezcan con una perspectiva equilibrada y positiva sobre la comida. Una relación sana con la alimentación no solo tiene que ver con lo que se come, sino también con cómo se percibe y disfruta la comida en general.

Para lograr esto, es necesario que los niños/as aprendan a ver la comida como una fuente de energía, salud y placer, no como una fuente de estrés, culpa o conflicto. Esto implica ofrecerles una amplia variedad de alimentos, desde frutas y verduras frescas hasta proteínas magras, cereales integrales y grasas saludables, para que puedan explorar diferentes sabores, colores y texturas, y desarrollen una apreciación por la diversidad en la comida. Un niño o niña que está expuesto a una variedad de alimentos desde temprana edad tiene mayores probabilidades de desarrollar una relación positiva con lo que come y, en consecuencia, elegir opciones alimenticias más saludables en el futuro.

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Los niños/as aprenden a través de la observación, por lo que las actitudes y comportamientos de los adultos en torno a la comida influyen enormemente en cómo ellos/as mismos/as la perciben. Si un niño o niña ve a sus padres o educadores disfrutar de una comida variada, sin etiquetas negativas sobre ciertos alimentos o restricciones innecesarias, es probable que desarrolle una relación similar. En cambio, si un niño o niña crece en un ambiente donde la comida está asociada con la culpa, el estrés o el miedo, esto puede tener efectos duraderos en su comportamiento alimentario y su autoestima.

Una forma de fomentar esta curiosidad es a través de actividades educativas y divertidas, como juegos que involucren alimentos o visitas a huertos, mercados locales o incluso talleres de cocina. Estas experiencias permiten que los niños/as vean la comida como algo más que solo un plato en la mesa; les ayuda a comprender el valor nutricional de los alimentos y cómo se relacionan con su salud y bienestar. En CEI El Jarama, los niños y niñas viven de primera mano el proceso de transformación de los alimentos, desde su origen hasta la mesa. Exploran el huerto y preparan una deliciosa pizza con verduras y hortalizas frescas, participan en la vendimia recogiendo uvas y, tras conocer todo el proceso, elaboran exquisitos roscos de vino. Además, visitan la plantación de cereales, descubren el funcionamiento del molino y crean sus propias galletas o panecillos caseros.

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El enfoque de CEI El Jarama: menú equilibrado y sabroso

En CEI El Jarama, entendemos que una alimentación saludable debe ser deliciosa y variada, para que los niños y niñas disfruten de sus platos y se beneficien de todas las propiedades nutricionales. En la infancia la adquisición de unos buenos hábitos alimenticios nunca debe basarse en las imposición de unas normas, en otras palabras, a los niños y niñas no se les puede obligar a comer. Los buenos hábitos alimenticios deben adquirirse de forma natural y progresiva. En CEI El Jarama tenemos muy clara esta premisa y lo ponemos en práctica cada día en nuestros comedores.

Por eso, trabajamos con un equipo de profesionales que diseña menús equilibrados adaptados a las necesidades de los más pequeños, siempre con la intención de ofrecerles una alimentación que sea tanto saludable como sabrosa.

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El menú de nuestro centro es cuidadosamente planificado para incluir una amplia variedad de alimentos frescos y naturales. En nuestro comedor, los niños y niñas disfrutan de opciones que incluyen:

  • Verduras frescas y de temporada: En nuestra cocina, las verduras no solo son nutritivas, sino que también se presentan de manera atractiva para que los niños se animen a probarlas. Desde ensaladas hasta sopas cremosas, buscamos ofrecer diferentes formas de incluir este grupo alimenticio esencial.
  • Proteínas de calidad: El menú de CEI El Jarama incluye carnes de calidad (generalmente ofrecemos aves de corral) y pescado, así como fuentes vegetales de proteína, como las legumbres. Todos los platos son preparados con ingredientes frescos y sin aditivos artificiales, para garantizar una nutrición óptima.
  • Frutas frescas: Ofrecemos frutas variadas en diferentes formas en desayuno, comida, merienda y cena.
  • Platos caseros y equilibrados: En nuestro centro educativo, evitamos los alimentos procesados y optamos por platos caseros que respetan las tradiciones culinarias y, al mismo tiempo, cumplen con las necesidades nutricionales de los niños/as.
     

Nuestro equipo de cocineras y cocineros cuenta con una dilatada experiencia. Algunos llevan con nosotros más de una década. Además, nuestras instalaciones y comedores cumplen con las normas sanitarias exigidas por el Área de Salud de la Comunidad de Madrid 

En CEI El Jarama también ofrecemos menús alternativos en el caso de dietas especiales, alergias, intolerancia alimenticia, gluten, lactosa, celiaquía, etc. Además, procuramos que cada comida sea una experiencia positiva para los niños y niñas, donde disfruten de los alimentos en un ambiente relajado y saludable. El objetivo es que aprendan a valorar la importancia de una dieta equilibrada desde una edad temprana.

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Contamos con un equipo de cocina profesional, muy valorado tanto por los niños y niñas como por las familias y profesores. Con una media de 15 años de vinculación profesional con nosotros, nuestros profesionales son una parte esencial de nuestra estructura.

Fomentar una alimentación saludable en la infancia es una tarea que debe llevarse a cabo con amor, paciencia y creatividad. Familias y educadores tienen un papel clave en la formación de buenos hábitos alimenticios en los niños y niñas, promoviendo la variedad y el consumo de alimentos frescos, naturales y equilibrados.

En CEI El Jarama, nos comprometemos a proporcionar a nuestros alumnos y alumnas un entorno donde la salud y el bienestar estén siempre en el centro de nuestra labor educativa. A través de una alimentación saludable, no solo apoyamos el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas, sino que también les enseñamos a disfrutar de la comida y a valorar hábitos que les acompañarán toda la vida.


Fomentar la autonomía en los niños y niñas más pequeños es uno de los pilares fundamentales para su desarrollo integral. Desde el primer momento en que un niño o niña comienza a explorar su entorno, es importante ofrecerle herramientas y oportunidades para que pueda aprender a tomar decisiones, resolver problemas y hacerse responsable de sus propias acciones. Como educadores y padres, nuestro papel es guiar este proceso con paciencia y amor, ayudandoles  a sentirse seguros en su capacidad para hacer las cosas por sí mismos.

En CEI El Jarama cada día se presentan oportunidades para que niños y niñas tomen decisiones, resuelvan problemas y se enfrenten a nuevos retos en un entorno natural, seguro y estimulante. El contacto con los animales, la vida en la naturaleza y las tareas propias del día a día en la granja les ayudan a desarrollar confianza en sí mismos/as, responsabilidad y un fuerte sentido de pertenencia.

fomentar autonomía


1. La autonomía aula través de la experiencia. Aprender haciendo

El primer paso para fomentar la autonomía es crear un ambiente que estimule la independencia. Esto implica tanto el hogar como fuera de él. En la casa, los padres pueden facilitar la autonomía de sus hijos e hijas ofreciéndoles pequeñas responsabilidades que estén a su alcance, como poner su ropa en el cesto de la ropa sucia, ayudar a poner la mesa o guardar sus juguetes. El aprendizaje en la granja se basa en la acción. Desde alimentar a los animales hasta cuidar el huerto, cada tarea práctica les permite comprender la importancia de su propio esfuerzo y sus decisiones. Recolectar huevos, ordeñar, preparar la comida de los caballos o sembrar semillas son actividades que fomentan la independencia y el sentido de logro.

Es esencial que estos entornos sean seguros, organizados y accesibles. Si un niño o niña sabe dónde encontrar sus cosas y cómo usarlas correctamente, desarrollará un sentido de control sobre su entorno, lo que reforzará su autoestima y autonomía.


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2. Fomentar la toma de decisiones

Un aspecto clave para fomentar la autonomía es permitir que los niños y niñas tomen decisiones, incluso en las actividades cotidianas. Desde una edad temprana, los niños/as pueden comenzar a elegir entre diferentes opciones, como qué ropa ponerse, qué libro leer o qué actividad realizar. Aunque estas decisiones puedan parecer pequeñas, son una forma poderosa de empoderar a los niños y niñas y darles la confianza de que tienen voz y voto en las decisiones que afectan su vida diaria.

Es importante, sin embargo, ofrecer opciones limitadas para no abrumarles. Si un niño o niña tiene demasiadas opciones, puede sentirse perdido o ansioso. En cambio, ofrecerle dos o tres alternativas para elegir les permite sentir control y al mismo tiempo, aprender a evaluar las consecuencias de sus decisiones.

A través de experiencias diarias en la granja, los niños y niñas pueden elegir cómo participar: ¿Prefieren encargarse de dar de comer a los patos o limpiar el establo de los caballos? ¿Qué herramientas utilizarán para plantar en el huerto? Darles la posibilidad de decidir y asumir responsabilidades dentro de un entorno guiado les ayuda a fortalecer su autonomía de manera natural.

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3. Enseñar habilidades prácticas para la vida diaria

Desde los primeros años de vida, los más pequeños tienen la capacidad de aprender tareas sencillas que les permitan desarrollarse como seres autónomos. Enseñarles a vestirse, lavarse las manos, preparar un bocadillo o recoger sus juguetes son habilidades fundamentales que no solo les enseñan a cuidar de sí mismos, sino que también les ayudan a adquirir una sensación de logro.

Es importante recordar que el proceso de enseñar estas habilidades puede llevar tiempo. Los niños/as cometerán errores y necesitarán de nuestra paciencia y guía. Sin embargo, cada pequeño paso que den hacia la independencia debe celebrarse, ya que fortalecerá la confianza en sí mismos.

En la granja, cada actividad es una lección de vida. Desde aprender a usar correctamente una herramienta hasta preparar pan artesanal o cuidar a los animales, cada experiencia refuerza su capacidad de afrontar nuevos desafíos. La combinación de aprendizaje práctico y juego les permite desarrollar habilidades esenciales para su desarrollo.

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4. Fomentar la resolución de problemas

Una forma de ayudar a los niños y niñas a ganar autonomía es a través del fomento de la resolución de problemas. Cuando se enfrentan a un desafío, ya sea resolver un puzzle, encontrar una solución a un desacuerdo con un compañero/a o manejar una frustración, los niños/as pueden aprender a pensar por sí mismos y encontrar soluciones creativas.

Los educadores y padres pueden guiar este proceso preguntando: “¿Qué crees que podrías hacer en esta situación?” o “¿Cómo crees que podríamos resolver este problema juntos?”. En lugar de darles la respuesta directamente, ofrecerles preguntas abiertas les anima a pensar y a encontrar sus propias soluciones, lo que refuerza su capacidad para actuar de manera autónoma.

Los imprevistos forman parte del día a día en la granja: un cabrito que se escapa, una planta que necesita más agua o una rueda de carretilla que hay que arreglar. En lugar de dar respuestas inmediatas, animamos a los niños/as a pensar soluciones: “¿Cómo podríamos llevar esta paja hasta el establo de una forma más fácil?” o “¿Qué harías para que esta semilla crezca mejor?”. Este tipo de preguntas despiertan su creatividad y su capacidad de análisis.

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5. La importancia del error como aprendizaje

Un aspecto fundamental de la autonomía es entender que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje. Los niños y niñas, al igual que los adultos, no siempre lograrán lo que se proponen a la primera, y eso está bien. La clave es darles el espacio para probar, fallar y volver a intentarlo sin miedo a ser castigados o criticados.

Fomentar una mentalidad positiva ante el error implica cambiar la perspectiva. En lugar de ver un fracaso como algo negativo, los educadores y padres pueden enseñar a los niños/as a verlo como una oportunidad para aprender y mejorar. Decir frases como “Está bien, todos cometemos errores, ¿qué podemos aprender de esto?” ayuda a los niños y niñas a entender que el proceso es tan importante como el resultado.

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6. Proporcionar tiempo y espacio para la independencia

El ritmo de vida actual a menudo nos lleva a querer hacer las cosas rápidamente, pero debemos recordar que, para fomentar autonomía en los niños/as, necesitan tiempo y espacio para hacerlo por sí mismos. Esto significa evitar intervenir en exceso y darles tiempo para que se enfrenten a tareas que les resulten desafiantes.

Por ejemplo, si un niño o niña está intentando abrocharse la chaqueta, es tentador hacerlo por él para ahorrar tiempo. Sin embargo, es mucho más valioso permitirle intentarlo, incluso si le lleva más tiempo. A medida que repite estas acciones, ganará confianza en sus propias capacidades. La autonomía no se desarrolla con prisa. Cada niño y niña aprende a su ritmo en la granja, con tiempo para explorar, intentar y mejorar.

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En resumen, fomentar la autonomía en los niños y niñas más pequeños no solo les ayuda a desarrollar habilidades prácticas y cognitivas, sino que también refuerza su autoestima y les prepara para enfrentarse a los desafíos de la vida con confianza.  En un entorno como el de CEI El Jarama, a través del contacto con la naturaleza y la participación en la vida de la granja, la infancia aprende a confiar en sí misma, a tomar decisiones y a asumir responsabilidades. Como educadores/as y familias, nuestro papel es acompañar este proceso con paciencia, brindando oportunidades para que cada niño y cada niña descubra su capacidad de actuar con autonomía en el mundo. Al hacerlo, estaremos ayudando a formar niños y niñas capaces, responsables y felices.