En un mundo cada vez más digitalizado, donde el contacto con la naturaleza es cada vez más escaso, los huertos ecológicos se han convertido en una herramienta educativa de enorme valor. En el CEI El Jarama, el huerto forma parte esencial de los campamentos de verano, donde los niños y niñas no solo disfrutan del aire libre, sino que aprenden, cuidan, observan y se asombran del proceso de la vida vegetal. Porque cultivar no es solo una actividad divertida: es una forma de educar.
Más que plantar: una experiencia educativa integral
El trabajo en el huerto ecológico no se limita a sembrar y recoger. Es una experiencia que conecta a los niños y niñas con los ritmos de la naturaleza, les enseña a observar, a ser pacientes, a entender los procesos y, sobre todo, a cuidar. Cada semilla que plantan en el huerto ecológico es también una semilla que plantamos en su desarrollo personal: la del respeto, la de la responsabilidad, la de la cooperación y la curiosidad.
Durante su estancia en los campamentos de verano del CEI El Jarama, los participantes se implican directamente en el cuidado del huerto ecológico. Preparan la tierra, riegan, eliminan malas hierbas, observan los insectos beneficiosos, recogen verduras… y se llevan a casa algo más que conocimientos: se llevan experiencias.
Valores que crecen como las plantas
El contacto diario con el huerto ecológico permite trabajar, de forma práctica y vivencial, valores fundamentales para el desarrollo infantil:
- La paciencia, al entender que los procesos naturales requieren tiempo.
- La responsabilidad, al asumir tareas cotidianas de cuidado.
- El respeto por la vida, al convivir con plantas, insectos y otros seres vivos.
- La sostenibilidad, al aprender la importancia de producir alimentos sin dañar el entorno.
- El trabajo en equipo, ya que muchas de las tareas del huerto requieren colaboración.
Además, al tratarse de un huerto ecológico, los niños y niñas aprenden a distinguir prácticas respetuosas con el medio ambiente: entienden por qué no se utilizan pesticidas químicos, qué significa que un abono sea natural o cómo se reutiliza el agua de forma eficiente.
Educación sensorial, emocional y cognitiva
El huerto ecológico es un aula viva. Los sentidos se despiertan: el tacto de la tierra húmeda, el olor de las plantas aromáticas, los colores vibrantes de las flores y los frutos. Esta estimulación sensorial favorece el desarrollo emocional y cognitivo de los más pequeños, y crea un espacio seguro donde pueden expresarse, preguntar y experimentar.
Además, el cuidado del huerto ecológico favorece la concentración y la atención plena. En un entorno natural y sin pantallas, los niños y niñas encuentran un ritmo más lento y saludable que contrasta con las rutinas escolares o urbanas. Esta conexión con el presente mejora su bienestar emocional y reduce el estrés.
Alimentación y salud: sembrar una relación positiva con la comida
Una de las grandes ventajas del trabajo en el huerto ecológico es que los niños y niñas entienden de dónde vienen los alimentos. Ver crecer una lechuga o una zanahoria con sus propias manos transforma su relación con la comida. Muchos niños y niñas que rechazan ciertos alimentos en casa los prueban con entusiasmo cuando los han cultivado ellos mismos.
Este vínculo directo con los productos del huerto ecológico promueve hábitos alimentarios más saludables, fomenta el consumo de frutas y verduras y ayuda a combatir la desconexión generalizada que muchos menores tienen con el origen de lo que comen.
Una herramienta educativa con múltiples beneficios
Diversos estudios y experiencias pedagógicas han demostrado que los huertos escolares y educativos tienen efectos positivos en el desarrollo infantil. Mejoran la autoestima, fortalecen la relación con el entorno, desarrollan habilidades motrices y promueven una conciencia ecológica que perdura en el tiempo.
Por eso, en los campamentos de verano de CEI El Jarama, el huerto ecológico no es una actividad secundaria, sino parte fundamental del enfoque educativo. A través de la práctica, el juego y la experiencia directa, los niños y niñas descubren que cuidar un huerto ecológico es también cuidarse a sí mismos, a los demás y al planeta.
Con las manos en la tierra, el aprendizaje florece
En cada riego, en cada brote que asoma, en cada fruto que madura, hay una lección. El huerto ecológico enseña sin necesidad de libros: enseña observando, haciendo, compartiendo. Y lo hace con una eficacia que pocos métodos educativos pueden igualar.
Por eso, cada verano en el CEI El Jarama, el huerto ecológico se convierte en un espacio privilegiado de aprendizaje. Porque cuando los niños y niñas meten las manos en la tierra, no solo cultivan plantas. También cultivan respeto, conciencia, salud… y futuro.