Niñas y niños de ciudad, experiencias de campo: por qué son tan importantes

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Cada vez más niñas y niños crecen en entornos urbanos. Viven rodeados de edificios, pantallas, tráfico y horarios muy marcados, pero con poco contacto directo con la naturaleza y los animales. Aunque las ciudades ofrecen múltiples oportunidades culturales y educativas, también es cierto que limitan una parte esencial del desarrollo infantil: la conexión con el medio natural.

Por eso, las experiencias de campo se han convertido en algo más que una actividad de ocio: son una necesidad para el bienestar físico, emocional y social de los más pequeños. Desde el CEI El Jarama, trabajamos precisamente para que la infancia tenga la oportunidad de descubrir el entorno natural, relacionarse con los animales y experimentar con todos los sentidos lo que significa estar al aire libre.

Un respiro para cuerpo y mente


Salir de la ciudad y adentrarse en un espacio de campo ofrece a los niños y niñas un descanso necesario del ritmo acelerado de la vida urbana. En la naturaleza, el tiempo parece ir más despacio. El aire es más limpio, hay más espacio para moverse libremente y menos estímulos artificiales que saturen sus sentidos.

Numerosos estudios han demostrado que jugar al aire libre ayuda a reducir el estrés, mejora la concentración y fomenta el bienestar emocional. Para un niño acostumbrado al asfalto, correr entre árboles, observar insectos o cuidar a un animal es una experiencia que despierta calma y alegría a partes iguales.

Aprendizaje a través de la experiencia


La naturaleza se convierte en un aula abierta donde todo se puede tocar, observar y experimentar. Mientras que en la ciudad el aprendizaje suele estar mediado por pantallas o libros, en el campo las niñas y niños pueden descubrir directamente cómo es la vida de una gallina, de dónde viene la leche, cómo crecen las hortalizas o por qué los árboles cambian de aspecto en cada estación.

Este tipo de experiencias fomentan la curiosidad y el pensamiento crítico. Al preguntarse “¿por qué pasa esto?”, el aprendizaje se vuelve significativo, porque nace de la propia vivencia y no de una explicación abstracta.

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Conexión con los animales: empatía y responsabilidad


El contacto con animales es uno de los aspectos más enriquecedores de las experiencias de campo. Cuidar de ellos, darles de comer o simplemente observar su comportamiento enseña a los niños y niñas valores como la responsabilidad, el respeto y la empatía.

A diferencia de los animales que aparecen en dibujos animados o vídeos de internet, los animales de granja son reales, con sus ritmos y necesidades. Entender que una cabra necesita cuidados, que un conejo se asusta con los ruidos fuertes o que un caballo requiere paciencia y delicadeza ayuda a desarrollar sensibilidad y a valorar la vida en todas sus formas.

Beneficios sociales: aprender a convivir


Las experiencias de campo también fomentan la cooperación y el trabajo en equipo. Muchas de las actividades que realizamos en CEI El Jarama, como el cuidado de un huerto o las tareas en la granja, requieren la colaboración entre niñas y niños. Esto no solo refuerza habilidades sociales, sino que también les enseña la importancia de compartir responsabilidades y apoyarse unos a otros.

Además, alejarse de la rutina urbana y de los dispositivos electrónicos favorece un tipo de juego más libre y creativo. Jugar con palos, construir refugios, inventar historias en medio del bosque… actividades sencillas que despiertan la imaginación y fortalecen los lazos con sus compañeros.

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Una educación para la sostenibilidad


Otro de los grandes valores de las experiencias de campo es que siembra en la infancia una conciencia medioambiental. No se trata de aprender conceptos abstractos sobre ecología, sino de vivir la naturaleza en primera persona. Cuando un niño planta una semilla y la ve crecer, comprende de manera práctica la importancia de cuidar la tierra.

Esa conexión temprana con el entorno natural es la base para que, en el futuro, sean adultos más comprometidos con la sostenibilidad y con el cuidado del planeta.

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Un recuerdo para toda la vida


Las niñas y niños que viven experiencias en la naturaleza no solo adquieren aprendizajes y valores: también generan recuerdos que se guardan para siempre. Montar por primera vez a caballo, recoger un huevo recién puesto, escuchar el sonido de la noche en el campo… son vivencias que permanecen en la memoria como tesoros personales.

En un mundo cada vez más digital, esas experiencias auténticas se convierten en un legado que les acompañará en su crecimiento y les recordará siempre que forman parte de algo más grande: la naturaleza.

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Volver al origen


Para niñas y niños de ciudad, las experiencias de campo no son un lujo, sino una oportunidad esencial para crecer en equilibrio, conectar con la naturaleza y aprender valores humanos fundamentales. En CEI El Jarama creemos firmemente que estos momentos de contacto con el campo y los animales marcan la diferencia en su desarrollo, ayudándoles a crecer más sanos, más felices y más conscientes del mundo que les rodea.

Porque al final, permitir que la infancia viva la naturaleza es darles la oportunidad de volver a lo esencial: descubrir, cuidar y disfrutar del entorno en el que todos, en última instancia, tenemos nuestras raíces.

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